OPINION

¿Qué pensarán de Ramón Espinar los jóvenes que confiaron en él?

Captura de pantalla 2016-11-02 a la(s) 20.33.17
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Imaginemos lo siguiente:

un chaval de 21 años se apunta a la compra de unas viviendas públicas para jóvenes de la Comunidad de Madrid. La vivienda vale 146.000 euros e incluye dos plazas de garaje. Como no tiene dinero, pide prestado a su familia, y lo completa con un crédito bancario. Va pagando poco a poco. Por fin, llega la hora de escriturarla y se compra la vivienda. Es una oportunidad que no hay que dejar pasar. Eso lo haríamos todos si tuviéramos medios, ¿no?

Pero el chaval no puede pagar las mensualidades de 580 euros debido a que no encuentra buenos trabajos, salvo una beca. Así que pone en venta el piso nueve meses después, y se gana unos 20.000 euros netos. Con ese dinero, se compra un ordenador y se matricula en un máster.

Hasta ahí todo perfecto. Le podía haber pasado a cualquier joven español porque todo eso sucedió en los años de la crisis.

Pero imaginen más cosas. Ese chico se mete cada vez más a fondo en política. Milita en grupos de izquierdas, y desde allí se dedica a castigar a los mercaderes inmobiliarios, a los pelotazos, y hasta llega a decir que no se puede especular con viviendas públicas.

En las elecciones de 2015 se gana un puesto de diputado en el Parlamento autonómico de Madrid. Luego, tras las elecciones del 26J consigue un puesto de senador. Y allí sigue dando latigazos contra los mercaderes y especuladores.

De repente, la cadena SER publica la historia del pisito. Medio país se queda boquiabierto. ¿Ramón Espinar? ¿Me estás hablando de Ramón? ¿El chaval que arremete contra los especuladores y el pelotazo? Noooo.

Sin esperar un solo segundo a que se extiendan los rumores, Ramón convoca una rueda de prensa. Explica todo tal cual he escrito aquí arriba. Punto por punto. Transparente. Claro. Reconoce unas plusvalías (palabra horrenda) de unos 20.000 euros. Y sin desmentir la noticia, echa la culpa a los periodistas por publicarla sospechosamente ahora, que hay elecciones internas en Podemos.

Pero claro, millones de jóvenes españoles no se quedan con eso. Se comparan con este chico y se dan cuenta de que ellos no tienen papis que les presten dinero, ni bancos que les ayuden, y desde luego, no tienen ni siquiera la posibilidad de estudiar un máster o comprarse un ordenador chulo.

No tienen 20.000 euros. No tienen ni 20 euros en el bolsillo.

Y se preguntan: ¿cómo es posible que este tipo denuncie pelotazos cuando él, en su pequeña escala, ha dado un pelotazo?

Resumen: Ramón quizá sea legal, pero moralmente ha perdido el crédito.

El pasado es como el bumerán: siempre vuelve.

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