OPINION

El estrafalario Trump, presidente de EEUU: ¿en qué nos equivocamos?

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Quizá no nos hemos querido dar cuenta hasta ahora que en Occidente están ganando los candidatos antisistema. ¿A qué sistema nos referimos?

A todo lo que represente la continuidad en el orden de cosas. Porque en Gran Bretaña, en Francia, en Grecia y hasta en España, los movimientos que han cobrado más fuerza de repente han sido los más inesperados. Unos son de derechas, otros de extrema izquierda, unos son conservadores y otros son sencillamente estrafalarios como Donald Trump.

Todo ello, para que lo sepamos, son los coletazos de la mayor crisis financiera que ha vivido Occidente en las últimas décadas. La crisis ha roto los sueños, la convivencia y la tranquilidad.

De la magnitud de este golpe no se ha librado ni Estados Unidos, un país donde para muchos todavía perduraba la sensatez. Ni eso. Donald Trump ha sido elegido presidente de la mayor potencia del mundo, es ahora el señor del universo.

A su lado Marine Le Pen, Tsipras, Farage, Frauke Petry y hasta el propio Pablo Iglesias parecen personas moderadas. Porque por más extremistas que sean estos señores, no se les ocurriría cruzar ciertas líneas rojas como el machismo desmesurado, el racismo sin complejos, la xenofobia radical, el desprecio a todas las instituciones mundiales, la burla de los acuerdos comerciales y el lenguaje más provocador y estrafalario. Todo a la vez, me refiero.

Trump les ha sobrepasado en radicalidad. Sosteniendo todo eso ha ganado las elecciones, venciendo incluso en estados tradicionalmente demócratas. De modo que tenía razón cuando decía a sus fieles: "No creáis en las encuestas". Nosotros pensábamos que solo le iban a votar los trabajadores blancos empobrecidos por la crisis. Pues parece que le han votado muchos más. Lo veremos en los próximos días.

La gente se ha quedado boquiabierta porque si cumple solo la mitad de lo que ha prometido, Estados Unidos y el mundo entero sentirán unas grandes sacudidas. Estas son algunas promesas.

Construir un muro aún mayor que la Muralla China en la frontera con México, expulsar a 11 millones de inmigrantes, pactar con Putin, aniquilar a ISIS con bombas, salirse de la OTAN, romper los acuerdos comerciales internacionales de EEUU, multar a las empresas norteamericanas que se llevan fábricas fuera de su territorio (Ford), acorralar a Maduro de Venezuela, bloquear de nuevo a Cuba, cargarse la legislación medioambiental, prohibir la entrada a los musulmanes en EEUU y a cualquier refugiado, meter en la cárcel a Hillary Clinton, reforzar el ejército como nunca, dar medios gigantescos a la policía, legalizar la tortura (el waterboarding o la asfixia por inmersión), permitir que todos los norteamericanos puedan jugar al golf (suena a chiste, sí), meter en la cárcel a todos los criminales, y aunque no lo haya dicho claramente, ha insinuado que podría hasta pasar la mano por el botón nuclear si alguien se pone tonto.

Los mercados de valores ya estaban cayendo antes de que se anunciara su triunfo. Los líderes europeos se preguntan qué harán cuando tengan que estrecharle la mano. Medio mundo está en shock.

Pero en realidad, no lo vimos porque no lo quisimos ver. Los signos estaban ahí. Es una consecuencia más de la gran crisis financiera de 2008 que ha acabado con los sueños de millones de personas. A ello se une un desarrollo tecnológico ante el que nos postramos con servilismo, y que nos está dejando sin empleos.

No sabemos si cobraremos pensión. No sabemos si tendremos trabajo. No sabemos si nos van a echar. No sabemos si valdrán nuestros ahorros. No sabemos si vamos a vivir en paz. No sabemos si nos renovarán el contrato. No sabemos si tendremos un trabajo decente.

La mayoría de los norteamericanos siente lo mismo. Nosotros pensábamos que como eran ricos y poderosos, eso no les afectaba. Nos equivocamos. Votaron a Trump porque ese señor les prometió detener su deterioro y recuperar su esperanza.

(Por cierto, para los que piensan que las cosas no pueden ir peor, que mediten qué pasaría si ahora hubiera un magnicidio en EEUU. El país está muy dividido. Trump ha ganado con la mitad de los votos. Pero no se trata solo de una división política. Es una ruptura social nacional de magnitudes inimaginables).

Lo que escribí hace tiempo:

-El gran notición de 2016: Donald Trump, presidente de los EEUU

-Cuando nos reímos de Donald Trump, ¿quién está equivocado? ¿Él o nosotros?

-Gran Torino, la película que explica el éxito de Trump

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