OPINION

Pablo Isla, el mejor ejecutivo español, tiene un lema: "No busques el éxito"

Pablo Isla Inditex
Pablo Isla Inditex

Si alguno de los 150.000 empleados de Inditex no sabía qué cara tenía su presidente, ahora no tiene excusas: Pablo Isla ha sido elegido por la revista Fortune como uno de los mejores ejecutivos del mundo. Está saliendo hasta en la sopa. Para ser más concretos, es el número 26 en la lista de las 50 mejores business person del planeta.

Este madrileño nacido en 1964 es el único español de la lista. La publicación norteamericana valora en Isla que ha triplicado las ventas desde que llegó a la compañía en 2005 (ya rozan los 21.000 millones de euros). Y ha cuadriplicado la línea de productos. Aunque no dice cuánto gana, el año pasado se supo que la firma le había subido el sueldo un 25%: se le quedó en 7,93 millones de euros, según consta en la información que la propia empresa remitió  a la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Eso sin contar las acciones. Cuando fue fichado en 2005, Amancio Ortega le cedió acciones por valor de 13 millones de euros. Hoy es muy posible que valgan más de triple.

Lo que más llama la atención de Isla es que para ganarse tantos galones en el mundo de la empresa no hizo económicas ni empresariales. Tampoco estudió ningún master en business administration y una vez que le invitaron a la clausura de un máster del IESE, dijo algo que hizo saltar a todos de sus asientos. "No busquéis el éxito". ¿Cómo?

Isla es abogado, esa profesión que en España sirve para ser político o experto en sistemas estocásticos.

Lo cual no quiere decir que ignorase el mundo de los negocios pues su padre, oscense de nacimiento, fue ejecutivo de varias empresas como Lactaria Española, Renfe y el Grupo de Empresas Alvarez. Su madre nació en Ceuta y Pablo es el tercero de cuatro hermanos. Fue educado en un colegio de jesuitas de Madrid llamado Nuestra Señora del Recuerdo.

Muchos de sus amigos de la Facultad de Derecho de la Complutense se acordarán ahora de Pablo Isla porque fue lo que se dice un buen estudiante. Sacó el número 1 de su promoción como abogado del Estado en 1988. Luego, en 1992 entró a trabajar en los servicios legales del Banco Popular, cuando era considerado el mejor banco del mundo en rentabilidad y cuando estaba presidido por el gentleman Luis Valls.

Durante dos años, Pablo Isla estuvo al servicio del Patrimonio Nacional, pero volvió como secretario general del Popular hasta que en el año 2000, César Alierta, el ejecutivo que está en todas las salsas de este país, le echó un ojo y le fichó para que le sucediera como presidente de Altadis, la antigua Tabacalera. Alierta tenía otra misión en Telefónica.

Pero los humos de Altadis, una empresa compartida con los franceses, no eran para Isla, que en 2005 entró en Inditex como presidente. Su fichaje, cosa rara, no fue cuestión de "oye, tengo un amigo que te conviene". Fue una gestión de una firma de cazatalentos, pues Amancio Ortega, dueño y fundador de Inditex, quería a un profesional sin enchufes que le sucediera, pero que no se cargase su legado.

No era una decisión fácil porque se trataba de poner al mando de esta multinacional a un hombre que solo tenía experiencia en banca y cigarrillos. Era un riesgo. Podía haber durado un soplo. De hecho, Ortega le dijo un día: "Te arriesgaste mucho viniendo aquí". E Isla contestó: "Quien se arriesgó fuiste tú".

Pero los dos se entendieron porque hablaban el mismo idioma. Uno, autocrítica: no te conformes con tu éxito, sino mira si lo puedes hacer mejor. Dos, no te encierres en tu despacho sino pisa las tiendas: de hecho Isla visita las tiendas a cada rato y no pierde el contacto. Tres, (desgraciadamente para los periodistas), no te exhibas mucho en público: apenas concede entrevistas.

El año pasado, la Harvard Business Review, que de solo mencionarla hace el pompis whisky a los ejecutivos, le nombró el tercer mejor ejecutivo del mundo. Tercero. Era como poner a un tío de Murcia en la NASA.

En ese periodo, según se lee en la web de Inditex, la compañía ha pasado de 2.600 tiendas a más de 7.000. Fortune dice que ahora se ha ralentizado un poco el crecimiento de las tiendas porque Isla está obsesionado con su nuevo juguete: las ventas on line.  Debe funcionarle bien el invento porque cuando llegan las rebajas, millones de jóvenes de todo el mundo tumban el portal a golpes de clic.

Los que conocen de cerca a Isla dicen que es un hombre "de un trato exquisito". Adiós al ejecutivo de los años sesenta que te trituraba la mano o te hacía el abrazo del oso, mientras te mostraba un calendario de chicas Pirelli. Isla es educado, suave, comedido y hasta humilde, si se puede calificar de humilde a un ejecutivo que recibe cada año más de 1,6 millones de euros para reforzar su plan de pensiones.

Pero ese gobierno con mano suave debe ser verdad en función de sus gustos: uno de sus ejemplos es el entrenador Vicente del Bosque, quien más que entrenador nos parece nuestro entrañable tío de provincias. Isla es además del Real Madrid. Le gusta también el cine, y juega al pádel y al tenis. Le encanta García Márquez hasta el punto de citar pasajes de Cien años de soledad. ¿Y a la hora de vestir? Massimo Dutti. Faltaría más.

De modo que el hombre que ahora está a cargo de esa flota compuesta por Massimo Dutti, Zara, Pull&Bear, Bershka, Oisho, Stradivarius, Zara Home y Uterqüe (una flota que gana 2.800 millones de euros netos al año), tiene todo a su favor para repetir en las lista de Fortune y de todas esas las listas anuales de 'los mejores CEO del mundo'.

No deja de ser sorprendente pues su filosofía es casi la contraria de Trump. En lugar de proponer ser duro en los negocios y aspirar a lo más grande, Isla dice lo contrario a los jóvenes emprendedores. Resistir: "En vez de protestar por los obstáculos que encontraréis en el camino, centraos en superarlos sin desmoralizarse”.

(Para los que quieran saber cómo es Zara y su fundador Amancio Ortega, acaba de salir la nueva edición del estupendo libro de David Martínez, Zara: visión y estrategia de Amancio Ortega).

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