OPINION

Nunca pensé que haría esto: enviar una caja de medicinas a Venezuela

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Acabo de enviar medicinas a Venezuela. Me las pedían para una persona sin recursos que estaba muy enferma. No eran medicinas raras o difíciles de conseguir. Era amoxicilina y vitamina B12.

Nunca pensé que haría eso: enviar medicinas a Venezuela.

Cuando yo vivía en Caracas, recuerdo que tenía uno de los sistemas de farmacias más adelantados del continente y mucho más avanzado que en España. Las farmacias estaban por todas partes y abrían 24 horas. En España, entonces, solo unas pocas estaban de guardia y había que recorrer media ciudad para encontrarlas.

El sistema de farmacias venezolano llegó a ser tan eficaz que se exportó. En las afueras de Madrid abrió hace años un hipermercado de farmacia: era más que una farmacia porque se podía encontrar toda clase de medicamentos, y además lo mismo que en los súper de las gasolineras.

Como la inmensa mayoría de las medicinas que se venden en Venezuela son importadas, y como no hay divisas para pagarlas, el país se ha quedado sin medicinas. La gente se muere de infecciones estúpidas. Por decirlo claramente, un venezolano de clase alta tiene más dificultades de acceder a medicamentos básicos que el español más humilde. Y más posibilidades de morir.

Para colmo de males, el gobierno venezolano controla estos envíos de medicinas y a veces los bloquea. Cada medicamento que entra en ese país es una prueba vergonzante de su incapacidad.

¿Saben quiénes sufren esto más que nadie? Los pobres. No tienen familias en España o en Miami que les envíen las medicinas. Solo pueden enviar un mensaje por Twitter y esperar misericordia. Su gobierno hace tempo que se ha olvidado de ellos.

(Pero los que sienten cariño por ese país no se han olvidado. El 21 de diciembre, Bertín Osborne, Carlos Baute y Franco de Vita darán un concierto en Madrid para recaudar medicamentos para Venezuela. Toda la información aquí).

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