La estrategia de los gobiernos catalanes siempre ha consistido el llorar mucho, y obtener ventajas económicas y fiscales. La estrategia del gobierno central ha consistido en torearles hasta un punto en que les conceden parte de lo que piden. Y así hasta la próxima.
Esta vez la amenaza del Parlamento y del gobierno catalanes son muy serias. Desconectarse de las instituciones españolas y al final convocar un referéndum de independencia que es ilegal.
Desde que estalló la crisis financiera, ofrecer dinero era casi imposible porque sencillamente no había. Es más: las promesas del gobierno de Madrid ni siquiera se cumplían.
El gobierno ha dicho que puede sentarse a dialogar y negociar, pero que no negocia el referéndum. Pero claro, si no había dinero es como si no hubiera motivos para sentarse a negociar.
Esta vez es diferente. La hacienda española está recaudando más dinero que el esperado. La economía se recupera a mejor ritmo del esperado. Y el paro está bajando a mayor ritmo que el esperado. De modo que ahora Rajoy puede ofrecer dinero a Cataluña y hasta cumplir: 4.000 millones de euros en obras públicas de aquí a 2020.
Esa es, junto a la recuperación económica, una de las bazas negociadoras de Rajoy. Por un lado, tiene a su favor que las empresas catalanas están interesadas en no arruinar esa recuperación. Eso explica el mensaje de Rajoy a los empresarios pidiéndoles que le ayuden.
La otra baza de Rajoy es desactivar el independentismo catalán por puro aburrimiento. Resistir con la ley a cualquier movimiento de Junts Pel Sí, la coalición independentista junto a la CUP, y aburrirles.
Quizá no parezca una estrategia muy inteligente pero la cualidad de Rajoy, la que le ha permitido sobrevivir y hasta ganar las elecciones fue la misma: aburrir a sus oponentes y ganarles.
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