OPINION

Por qué es tan difícil en este país trincar a tiempo a los políticos corruptos

CORRUPCION Jesadaphorn
CORRUPCION Jesadaphorn

Ignacio González, Francisco Granados, Alberto López-Viejo...

Esperanza Aguirre estaba rodeada de corruptos pero dice que no lo vio. La traicionaron.

Me gustaría hacer una pregunta. ¿Cómo pillar a un corrupto a tiempo? Precisamente son corruptos porque saben que es difícil que les pillen. Pueden esconder sus fechorías.

Voy a poner un ejemplo. Imaginemos un cargo político de cualquier nivel del estado –ayuntamientos o comunidades– por cuyas manos pasa un presupuesto importante, supongamos que de obras públicas.

Si esa persona tiene el poder de adquirir servicios a empresas, puede sentir la tentación de trincar. Y lo hace de la siguiente manera: habla con los empresarios y acuerda un precio. Todo correcto. Imaginemos que esa operación pasa por los auditores internos y externos, por los responsables de Hacienda, por el consejo y por sus superiores.

Y todo está detallado con facturas.

Lo que nunca se podrá saber es si hay algún pago por debajo de la mesa. Basta con que, en una conversación privada, el cargo público pidiera que le paguen cierta cantidad en negro, aquí o en Suiza, o a través de un testaferro. Sin facturas ni pruebas. Solo lo saben él, y el empresario.

¿Creen que el empresario que se ha beneficiado va a denunciar la operación?

El empresario nunca lo denunciará porque sabe que en el futuro, otras corporaciones le rechazarían. O simplemente porque es la supervivencia de su empresa.

Y ya está hecha la trampa.

A la UCO o la UDEF, los servicios policiales de investigación financiera, les cuesta mucho destapar a tiempo estos actos de corrupción porque no hay papeles ni documentos. Solo hay indicios, sociedades interpuestas y testaferros.

A Mario Conde no se le encontraron nunca 300 millones de pesetas que fueron en teoría a parar a políticos. En el caso de Ignacio González los investigadores están tratando de encontrar la cuenta en Suiza donde en teoría se hicieron los pagos de comisiones.

Muchas veces no se encuentran ni siquiera los millones defraudados, como sucedió con Luis Roldán, ex director de la Guardia Civil.

Para los corruptos, es muy fácil pillar dinero y no dejar pruebas. Por eso, cuando les trincan, sus superiores suelen poner cara de asombro y decir: "Nunca lo hubiera pensado". Engañan a todos.

Es lo que ha dicho Esperanza Aguirre al dimitir como portavoz del PP en el Ayuntamiento. "Me siento traicionada".

No debería ser una excusa, pero vista la cantidad de casos de corrupción en el PP, habría que inventarse una fórmula para controlar las adjudicaciones y los contratos. Por ahora, a mí no se me ocurre ninguna, salvo confiar en la honestidad del político.

Si tenemos la cantidad de corruptos que tenemos es por algo. Según Transparencia Internacional ocupamos un lugar deshonroso en la lista de los paíes más y menos corruptos. Los menos corruptos no es que tengan unas fórmulas de control excepcionales. Es que sencillamente la corrupción no es algo en lo que piensen los políticos. Les asquean las comisiones, los chanchullos y las componendas.

Pero en España no es así. Es una cuestión moral, y no hay forma de arreglarlo salvo con educación moral.

(La imagen es de jesadaphorn, cortesía de freedigitalphotos.net)

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