OPINION

Los neo-reaccionarios se oponen al turismo, a los besos en público y hasta al sexo

beso tour
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El Instituto Vasco de la Mujer ha elaborado una lista de 270 temas contra los estereotipos machistas. Excluyen entre otras canciones a ‘Despacito’, ‘Súbeme la radio’ o 'Cuatro babies'. En esta última se puede escuchar: "Estoy enamorado de cuatro babies. Siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo, ninguna me pone pero...”.

Tour Down Under de Australia decidió prescindir de las modelos vestidas con faldas cortas porque entendía que su presencia fomentaba una práctica machista y denigrante para las mujeres. La iniciativa ha sido seguida por un montón de Tours en todo el mundo, que han eliminado hasta el beso al campeón.

También hemos visto cómo ha habido una reacción contra el turismo desmelenado que asoma las ciudades turísticas. Este año, en Barcelona y en Mallorca han aparecido pintadas contra ese turista invasor que lo contamina todo con sus chanclas, sus pisos llenos de juergas y sus malas costumbres.

¿No les recuerda algo? En los años sesenta y setenta, hubo una reacción de curas conservadores y de gente de derechas ultracatólica, contra el turismo de bikini, contra las películas y canciones provocadoras, y contra los besos en público. Y por supuesto, lo de las faldas cortas era motivo de escarnio. Para santiguarse, vamos.

Pues bien: estamos ante el mismo fenómeno. Pero esta vez viene de la izquierda y de los progresistas. Los mismos que hace cincuenta años veían todas esas manifestaciones como gestos de libertad y de la apertura tras décadas de represión, ahora lo ven como una degradación de la vida popular o de la mujer.

Es más, entonces, eran los progresistas los que calificaban de reaccionarios y pichacortas, a quienes se escandalizaban por las costumbres sexuales, los exhibicionismos de pechos y culos, minifaldas y escotes, y por el lenguaje soez. Ahora, los hijos y nietos de esos, dicen lo mismo con las mismas palabras y contra los mismos signos.

Esto se podría calificar como una actitud neo-reaccionaria. El colmo viene de la parte más radical de la izquierda, para quienes el simple hecho femenino de pintarse, acicalarse o vestirse con faldas es tomado ya por los anarquistas como una forma de esclavitud ante la sociedad de consumo. Vaya: justo lo que yo escuchaba de los curas y las monjas en los años sesenta. La mujer tenía que ser austera y natural, decían.

Todo esto me produce un poco de risa. Los sociólogos de cierta edad lo llamarían "el eterno retorno de lo mismo".

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