OPINION

Cuando los helicópteros cumplen órdenes

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Los helicópteros comandados por voz es uno de los sueños más secretos del militar de altos vuelos. Debido a la gran cantidad de pantallas y sensores que el piloto debe controlar, éste apenas tienen tiempo para mirar al exterior y gobernar el aparato en condiciones.

Desde hace un par de años, las fuerzas aéreas británicas ensayan un sistema de guiado por voz que permite controlar la aeronave desde dentro, con comandos cantados; una suerte de "manos libres" que facilita al piloto, por ejemplo, la recogida de objetos o la localización de objetivos, momento en que se debe desviar su atención del frente para centrarse en la tierra.

Un poco más allá va el Grupo de Robótica Robusta del MIT (Robust Robotics Group), en Massachusetts, que anda ocupado con un sistema que no sólo permitirá controlar los helicópteros con la voz; también el piloto se podrá quedar en casa pues el aparato será plenamente autónomo, comprendiendo los recados en forma de sentencias complejas.

Uno de los objetivos de investigación de la RRG es "construir robots sociales que puedan aprender rápidamente lo que quieren sus dueños sin ser molestos o intrusivos". Se busca la construcción de vehículos no tripulados que puedan volar sin GPS y sin mapas a través de ambientes interiores, robots que puedan conducir a través de las ciudades de una manera autónoma y eficiente.

En el caso del Grupo Robusto, el pequeño helicóptero de cuatro rotores es capaz de entender lo que tiene que hacer, ya sea vía vocal o SMS. No hay botones de empuje, ni comandos especiales que haya que aprender; se le dice al helicóptero que vaya a la ventana...y el helicóptero va. Se le dice que suba por el hueco del ascensor y...sube.

Por supuesto, requiere un poco más de investigación definir inequívocamente qué es una "puerta", un "ascensor" o una "ventana" para el robot, pero sin duda es una manera mucho más intuitiva para el control de un aparato, que puede utilizarse incluso sin tener ni idea de pilotaje. Esto permitiría, a una escala más grande y lejana, que la tripulación o el pasaje pudieran aterrizar la nave en caso que el piloto sufriera algún percance durante el vuelo.

Estos robots, además de entender la órdenes, deberán ser capaces de cumplir eficazmente con un conocimiento incierto y limitado del medio donde se mueven, para lograr operaciones autónomas sin información previa.

Un ejemplo de lo avanzado que está el mini-helicoptero del MIT es la victoria que se llevó el año pasado como novato, por primera vez en 18 años, en el concurso anual de pilotaje autónomo de la Association for Unmanned Vehicle Systems. En cada edición se plantea un escenario diferente y los vehículos deben completarlo para llevarse las medallas.

En este caso era un entorno de accidente nuclear. El robot aéreo tuvo que volar a través de una ventana, entrar en un laberinto que simulaban los pasillos de un edificio vacío, buscar la sala de control, identificar un indicador que indicaba ostensiblemente los niveles de radiación, fotografiarlo y transmitir la foto a una estación base por radio. Y todo sin tener ni un dato del entorno y sin utilizar el GPS.

Y lo hizo.

Posibilidades de comercialización: 45% Este desafío de ingeniería requerirá grandes avances algorítmicos y lograr una inteligencia artificial lo suficiente potente para moverse con comodidad con los modelos de incertidumbre. Pasarán años hasta que los helicópteros vayan a por el pan, pero los veremos algún día.

Vía MIT

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