OPINION

Los pedos de vaca en lata son un éxito en Alemania

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Una sola vaca emite a la atmósfera el equivalente a unas 4 toneladas de CO2 al año, casi el doble de lo que emite un coche. Este poder nocivo del aparato digestivo vacuno también puede revertirse en beneficios económicos para el granjero, que puede instalar métodos para la conversión del metano en energía, para alimentar sistemas de calefacción o transporte.

Aunque también existen otras formas de transformar las flatulencias de las vacas en dinerete contante y sonante. Estas emanaciones gaseosas, junto con las del estiércol, pueden ser responsables del calentamiento global, sí; pero también proporcionan un aroma inconfundible de un paisaje que ahora se conserva y se vende a través de Internet.

Las latas a olor a establo de vaca ya son comercializadas por la empresa bávara www.stallduft.de y se han convertido en un hit de ventas en el país teutón. Como una vuelta de tuerca a los orígenes, la diseñadora del producto, Daniela Dorrer, asegura que se las quitan de las manos, principalmente gente de campo que ha tenido que irse a vivir a la ciudad y que recuerdan con añoranza el olor de sus establos y sus vacas.

Las latas, que cuestan 5,95 €, se anuncian como “el aroma de campo original enlatado" y están diseñadas para abrir, echar una aspirada fuerte y cerrar, mientras el agro se introduce por el sentido del olfato hasta lo más profundo de tu ser. Un poco como el popper, pero con menos risa y más nostalgia.

Y es que además de los emigrantes del campo, los jóvenes alemanes también se han visto seducidos por este concepto, gracias al turismo rural y al renacer de los viajes naturales. “El olor me recuerda al galopar de un caballo por la playa”, afirma al Hamburger Morgenpost Katja Beyer, una estudiante de Eimsbüttel de 23 años, que afirma que, además de un gusto para los sentidos, la lata con olor a estabulación es un regalo ideal para fiestas y cumpleaños.

Daniela Dorrer, la creadora, ha querido preservar la experiencia especial de este olor mediante un proceso que consiste en colgar algodón industrial durante varias semanas en el establo. Una vez bien impregnado del metano y los gases de efecto invernadero que tanto nos disgustan (y a la vez nos embelesan) se envasa en latas de aluminio. De ahí a la oficina de correos y a cobrar.

¿Repugnante? Yo diría que una idea redonda como una lata. De hecho Daniela ha visto el filón y ya está diversificando olores de establo, separando por tonalidades como “olor a paja”, “olor a heno” y hasta “olor a alfalfa”. Al final todo huele a lo mismo, a pesebre; pero si a Nati Abascal con Wizard le funcionó ¿Por qué no a una emprendedora alemana con olfato para los negocios fáciles?

Vía Hamburger Morgenpost

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