OPINION

Investigadores españoles preparan la creación del primer escudo magnético perfecto

cacheo
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-¡Capitán, nos están atacando!-. El impertérrito mando observa la pantalla. Tras un breve segundo de reflexión, con la mirada perdida aún entre las luces brillantes del monitor, su voz enérgica hace llegar una orden que la tripulación ya espera expectante: - Activen escudos deflectores, desvíen la energía de los motores, carguen las baterías-.

El párrafo anterior, al que bien nos tienen acostumbrados los guiones de Star Wars, Star Strek (Spock nos perdone)  y ciencia ficción en general, ha provocado que cuando oímos las palabras ‘escudo magnético’ seguramente nos imaginemos una enorme nave espacial desviando los potentes rayos láser de sus enemigos.

George Lucas aparte, gracias al trabajo de expertos en física de la Universidad Autónoma de Barcelona encabezados por el catedrático Álvaro Sánchez, la creación del primer escudo magnético perfecto es hoy posible, y en poco tiempo, toda una realidad. Por desgracia no podrá desviar mortíferos rayos láser interespaciales, pero  por lo menos ya se le intuyen unas cuantas aplicaciones para la medicina.

En teoría, la construcción de un campo magnético estable en torno a un objeto no es tan difícil como parece. “Tan sólo” se trata de contener el objeto en cuestión dentro de un ‘superconductor’, es decir, un material capaz de transmitir corriente eléctrica sin resistencia ni pérdida de energía cuando es enfriado por debajo de su temperatura crítica.

El problema radica en que el choque de los campos magnéticos externos sobre el material superconductor ocasiona que ambos se distorsionen, con lo que el objeto del interior no queda aislado (magnéticamente hablando).

El equipo de investigadores de Álvaro Sánchez y Carles Navau ha sido capaz de solucionar el problema creando un ‘anti-imán’, un dispositivo compuesto por una capa interna superconductora alternada con una serie de capas de metamateriales superconductores y  magnéticos para compensar esa distorsión. El resultado, en palabras de Sánchez: “es un dispositivo, el interior del cual está apantallado de campos externos y que a la vez no los distorsiona. El dispositivo junto con su contenido es, por tanto, magnéticamente indetectable”.

El trabajo español se ha basado en la aportación de los investigadores británicos J. Pendry y Ben Wood, del Imperial College London, que en el año 2007 propusieron recubrir el objeto con capas superconductoras que tuvieran la propiedad de atraer los campos magnéticos y a la vez repelerlos en la dirección opuesta. Por desgracia, no existe ningún material que cumpla esas propiedades.

“Diseñamos el anti-imán de manera que los materiales necesarios para su construcción estuvieran tecnológicamente disponibles, si no inmediatamente, que pudieran estarlo pronto” afirma Sánchez. Las capas magnéticas del anti-imán podrían estar compuestas de filamentos de hierro microscópicos; mientras que las demás se compondrían de materiales no magnéticos, como el plástico.

Aunque aún tardaremos en verlo, sus aplicaciones serán muchas y variadas.

El mejor ejemplo lo encontramos en las personas con marcapasos, sensibles a este tipo de fuerzas e incapaces de someterse a técnicas de diagnóstico médico magnéticas, por ejemplo, valga una simple resonancia. La posibilidad de aislar el corazón artificial supondría una mejora sustancial en la calidad de vida de miles de personas.

Otro campo diferente, la seguridad, en donde el anti-imán funcionaría para impedir la explosión de explosivos magnéticos, pero también para evitar la detección de objetos ‘aislados’ (un buen método para pasar indemne por los siempre excitantes controles de aeropuerto).

No se preocupen, no habrá protección que valga para esconder objetos peligrosos del tradicional método del cacheo.

Posibilidades de que el marcapasos del abuelo esté magnéticamente protegido: Altas. Aunque probablemente aún tengamos que esperar unos cuantos años para verlo implementado en  el día a día. La idea es buena, tiene futuro y es necesaria.

Visto en scienciemag.org y gracias a la amable atención de Álvaro Sánchez y Carles Navau

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