OPINION

El triciclo de caligrafía que hace poesía líquida

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En China, uno de los pasatiempos preferidos de muchos hombres consiste en salir a la calle con enormes pinceles empapados de agua para escribir poesías en la vía pública. Estas obras efímeras permanecen el tiempo justo para ser leídas antes de sucumbir los inmisericordes rayos solares.

El artista canadiense Nicholas Hanna, afincado en Beijing, ha decidido innovar en esta modalidad de arte callejero aplicándole movimiento: con un triciclo, un ordenador, unos bidones y muchas válvulas ha conseguido crear el medio de transporte más literario, para regar con poesía líquida al ritmo de pedales. ¿Cómo funciona?

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El pequeño ordenador, acoplado al manillar, se encarga de transmitir pasajes literarios de la literatura china en forma de impulsos eléctricos hasta las válvulas de agua (16 en total), que se abren lo justo para dejar caer una gota en el suelo. De esta forma, cuando el triciclo comienza su artística ruta, va dejando tras de sí una estela de poesía húmeda.

Hanna lleva una semana atrayendo las curiosas miradas de los vecinos del histórico barrio de Dashilan, con motivo de la  ‘Semana del diseño de Pekín 2011’, donde se realizaron todo tipo de actividades culturales centradas en curiosos diseños.

El triciclo elegido para convertirse en portador de las letras es un vehículo muy común en las concurridas calles de la capital, donde se usa para transportar mercancías y hasta pasajeros.

No es el primer proyecto pintoresco realizado por el diseñador canadiense en la ciudad oriental. En junio del año pasado, presentó otra iniciativa experimental con el también artista Niu Miao en el ‘Central Academy of Fine Arts’ de la capital.

La creativa pareja armó una habitación repleta hasta el techo de fluorescentes, que se apagaban y encendían en función de la luz transmitida por una vela corriente situada en el centro. La idea de la obra, bautizada como  ‘Candle Light’, era que los visitantes jugaran con las infinitas composiciones de luz.

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Volviendo al presente. El concepto de Hanna no tiene más aplicaciones prácticas que las de sorprender a sus vecinos, por lo que no veremos el singular triciclo recorriendo las calles de nuestra ciudad. Aunque sería bonito imaginar un lugar donde los coches, autobuses y bicicletas fueran sembrando letras a su paso. ¿No os parece?

Visto en la web personal de Nicholas Hanna y en designboom

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