OPINION

Aquel octubre de 1973 en que América empezó a preguntarse por los coches eléctricos

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Esta foto corresponde al 14 de octubre 1973 y fue tomada a las puertas del hotel Inn Marriott de Ann Arbor, Michigan, el lugar donde se celebraba por primera vez en EE.UU. una conferencia sobre vehículos eficientes, el primer Symposium on Low Pollution Power Systems Development.

Puede parecer una paradoja que, en plena era de la gasolina barata, a los constructores de automóviles les diera por pensar en el ahorro de combustible, pero esta exposición de cinco días, visionaria sin duda para aquellos tiempos, respondía a la creciente preocupación por el posible embargo de petróleo de la OPEP contra los Estados Unidos, lo que podría conducir a la escasez de combustible en todo el país.

Afortunadamente para la posteridad, la Agencia de Protección Ambiental norteamericana asignó a un fotógrafo, Frank Lodge, para cubrir el evento, fotografías que han acabado en una colección del Archivo Nacional Americano que fue publicada en Flickr a finales del año pasado, lo que nos da una idea de los vehículos y la tecnología presentada en aquella cita pionera.

De los muchos vehículos que se pudieron admirar, la mayoría simplemente agregaba controles de emisiones en modelos de gasolina/diesel que corrían por las calles. Pero también se presentaron unos cuantos coches eléctricos, de los cuales sólo tres parecían lo suficientemente funcionales para ofrecer recorridos más allá de un paseo marítimo.

Mientras que dos venían de la General Motors, el tercero, el bautizado como Exide Battery Sundancer”, provenía de un linaje anterior que en nada tenía que ver con la eficiencia, la de los coches americanos más potentes que competían en las carreras profesionales.

Los ejecutivos de Exide, un fabricante de baterías de automóviles, habían contactado con el diseñador Bob McKee alrededor de 1968 para pedirle que construyera un coche eléctrico, en un truco publicitario presumiblemente para permitir a Exide vender más baterías.

Basándose en su experiencia con la fabricación de automóviles para las carreras, al diseñador se le ocurrió la idea de utilizar un chasis de espina dorsal en un coche eléctrico; no sólo por la fuerza y la simplicidad, sino también para lograr un lugar para almacenar la pesada batería que lo impulsaría.

Los resultados del diseño en espina dorsal daban un centro de gravedad bajo, así como un perfil también bajo para reducir la resistencia al viento, muy al estilo del auto de la Pantera Rosa.

La sustitución de las baterías se hacía mediante una bandeja deslizable, que permitía fácilmente intercambiarlas por las recién cargadas, lo que le daba para un alcance de 100 millas, a 30 millas por hora y un top de 62 MPH de velocidad, todo con un motor eléctrico de 8 CV de potencia, unos guarismos sin duda del siglo XXI.

McKee construyó tres Sundancers, dos para Exide y otro para él. E intentó venderle la patente a Chrysler, cuyos ingenieros probaron gustosos uno de los prototipos. Pero con la gasolina tan barata entonces, ni Chrysler ni ningún otro de los principales fabricantes mostraron ningún interés serio en el coche, que acabó relegado a ser parte de esta exposición.

Tres días más tarde de empezar este simposio en el Inn Marriott de Ann Arbor, el 17 de octubre de 1973, la OPEP decidió no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra del Yom Kippur. Comenzaba la crisis mundial del petróleo y, con ella, se abría la puerta al advenimiento del coche eléctrico, que todavía tardaría al menos 3 décadas en pasar de las exposiciones a rodar por el asfalto.

Vía y fotos: DOCUMERICA - Frank Lodge- The U.S. National ArchivesWikipedia

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