OPINION

El último viaje del USS Enterprise, el primer portaaviones de propulsión nuclear

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El pasado 11 de marzo, como muestra esta foto, el portaaviones nuclear estadounidense USS Enterprise (CVN-65) zarpaba de la Base Naval de Norfolk (Virginia) en lo que constituye el último viaje operacional de su historia, rumbo a poner un poco de orden (o desorden) en las agitadas aguas del Golfo Pérsico.

Tras más de medio siglo de operaciones, ésta será la última misión de uno de los hitos constructivos del hombre moderno. La nave, apodada cariñosamente "The Big E", es el primer portaaviones nuclear de la historia y, al igual que su predecesor de la Segunda Guerra Mundial (el barco más condecorado de la contienda), la fama del " Big E " le viene por su eslora (342 m), lo que le hace ser el buque de guerra más largo en el mundo.

También es el buque de guerra más longevo de la armada americana, por lo que estaba programada su jubilación definitiva en 2014 o 2015, dependiendo de la vida de sus reactores. Parece que se han agotado antes, por lo que la primavera de este año verá dar con sus huesos en el cementerio naval, mientras sus 4.000 miembros de la tripulación buscarán nuevo destino.

Con semejante número de personas a bordo, el barco es en realidad una pequeña ciudad que con frecuencia necesita reparaciones debido a su edad. Originalmente fue diseñado para durar 25 años, pero una importante revisión en 1979 y otras mejoras han extendido su vida útil hasta ahora. En su último viaje parte para una misión de siete meses, donde estará vigilante en caso de conflicto con Irán o para solucionar alguna amenaza de piratería por Somalia, entre otras cosas.

Tras su regreso a Virginia para el otoño, se espera que decenas de miles de personas lo reciban en la ceremonia de adiós oficial que se celebrará el 1 de diciembre, que presidirá el mismísimo Barack Obama. El verano siguiente, el USS Enterprise será remolcado hasta la casa que le vio nacer, los Astilleros Newport News Shipbuilding (Virginia), para que su combustible nuclear pueda ser retirado, un proceso que le llevará hasta el año 2015.

Lo que quede de la nave después se llevará al estado de Washington para que pueda ser pasto de las lanzas térmicas. El barco, uno de los primeros en responder tras los atentados del 11-S, no se convertirá en un museo al igual que algunos otros iconos de la Armada Estadounidense. Los equipos tienen que cortar grandes agujeros en el casco para eliminar el combustible nuclear, y sería demasiado costoso de volver a reparar.

Así que si el productor Jerry Bruckheimer quiere filmar una secuela de “Top Gun” tendrá que encontrar otro barco para hacer volar los aviones desde él. O tirar de la magia digital que se lleva ahora.

Por lo menos siempre nos quedará Star Trek, que llevará su nombre impreso en el casco hasta el infinito y más allá, a la velocidad de la luz.

Vía Naval Open Source INTelligence y WTKR

Fotos de WapyBBC

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