OPINION

¿En qué momento la ciencia ficción se olvidó de la comida en pastillas?

DiegoValor
DiegoValor

En la siempre simpática ciencia ficción de los 50 y 60 se nos decía que, en el futuro, nos alimentaríamos de pastillas. Eso sí, de diferentes sabores. Tampoco sabíamos exactamente por qué, pero parecía algo como muy futurista. Por supuesto, nada de esto sucedió, y los amantes de la cocina nos atrevemos a decir que "por suerte".

Es el momento de que examinemos un poco esta predicción, que como tantas otras jamás se cumplió, y ver sus orígenes y como terminó por pasarse de moda. Lo curioso es que el origen de la idea, no sólo nace del siglo XIX, sino que fue fruto de la corriente feminista de la época: una manera de librar a la mujer de la “esclavitud de la cocina”.

En la Expo de 1898, una feminista llamada Mary Elizabeth Lease,  presentaba una idea que esperaba desarrollar. La de una comida en píldora, que contenía la “fuerza vital” de cosas como el maíz o el pollo, concentrada de tal manera que alimentaría durante días a cualquier persona, eliminando la necesidad de cocinar y comer.

Por suerte para la industria de la hostelería y la restauración, la idea jamás prosperó, y en breve pasó a ser pasto de los escritores de ciencia-ficción y fantasía.

Y es que la primera aparición en ficción (si obviamos algún relato humorístico) fue en una de las novelas que continuaron el ciclo de Oz. En este mágico mundo, lleno de maravillas, un invento así encajaba perfectamente. En 1913, en la novela ‘La Chica de Retazos de Oz, uno de sus personajes, el Profesor Wobblebug, intentaba las pastillas que sustituían a una comida, con varios postres incluidos.

En el cine la idea tardó un poquito más en aparecer. Pero cuando lo hizo, hasta nos pusieron una fecha para tamaño prodigio. En el film ‘Just Imagine’, un hombre de los años 30 despierta en el futuro, los años 80, en el que descubría que ahora seguíamos lo que podríamos llamar “dieta blandísima”. Y ojito, que aquí no solo existían píldoras de comida, sino también de bebida, con las que emborracharse en cuestión de minutos.

Con el auge del programa espacial, la idea volvió a cobrar popularidad en los 60, puesto que se desveló que Yuri Gagarin comía pasta de carne y chocolate en la Soyuz. Así, la idea pronto pasó al reino de ‘Los supersónicos’, que también nos ponía un futuro en el que andaríamos todos por ahí con coches voladores. El mismo concepto de alimentos  en pastillitas apareció en  otras series espaciales de la época, como la entrañable ‘Perdidos en el espacio’ o la longeva ‘Doctor Who’.

En España, los representantes de la ficción patria también le daban a las pastillitas (alimenticias). En los 50, en las aventuras de Diego Valor, protagonista de un popularísimo serial radiofónico, los valerosos pilotos del futuro también ingerían estas píldoras, como lo hacían los personajes de Dan Dare, el serial y cómic en el que se inspiraba.

Nuestra ‘Saga de los Aznar’, novelitas de space-opera creada por el valenciano Pascual Enguídanos, también anticipó el auge de este tipo de alimentación. Además, se convirtió en un chiste popular entre los tebeos de humor de Bruguera.

En años venideros vimos ideas similares o parecidas en films como '2001' o 'Naves Misteriosas', lo cierto es que comenzó a perder popularidad en los 70. Por un lado, porque se iba demostrando que era una idea muy complicada de llevar a cabo. Y por otra, porque la película ‘Cuando el destino nos alcance’ comenzó a identificar estas comidas futuristas con el consumo de carne humana. Por otro lado, muchos ya asociaban la idea a aquellos ingenuos relatos de décadas pasadas.

Aunque hay que decir que a Son Goku y compañía nunca le sentaron mal las judías mágicas del Duende Karín, hoy por hoy solo se recurre a estas ideas en un intento de homenajear el retrofuturismo que tanto nos gusta por aquí. Los experimentos e investigaciones demostraron que es perfectamente posible cubrir las necesidades alimenticias con comida sintética, pero esto quizá no es muy conveniente para nuestra salud.

Para empezar, el cuerpo humano tiene unas necesidades de fibra que estos alimentos no podrían proveer. Además, no hay un alimento lo suficientemente calórico como para poder contener todas la energía necesaria en una pastilla. Y por supuesto, está el tema de la saciedad… ¡nuestro estómago necesita sentirse lleno para saber que hemos ingerido suficiente cantidad de comida!

Con todo, se sigue investigando para conseguir alimentos con una mayor concentración de energía y más facilidad de asimilación, pensando fundamentalmente en deportistas, en el primer caso, y astronautas, en el segundo.

Así que, una  vez más, comprobamos que el futuro no es lo que era. Pero en este caso podemos decir que por suerte. ¿Quién diantres quiere sustituir un buen plato de macarrones con chorizo, un cocido o un buen filetón por una inocua pastilla?

Vía Io9, Fernando Munoz, Davids Zondy

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