OPINION

El Parque Jurásico de los nazis

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Los nazis tenían una fijación por una época legendaria, de inmensa prosperidad, felicidad y orgullo, cuya encarnación literaria es el poema épico del ‘Cantar de los Nibelungos’ (Nibelungenlied). En aquella obra del siglo XIII, el cazador Sigfrido abate con sus flechas criaturas mitológicas (dragones) y reales (urus) en la corte de los burgundios.

El líder nazi Herman Göring encomendó a los científicos –los hermanos Heinz y Lutz Heck- la recuperación del urus, un enorme bisonte extinguido en Europa en el siglo XVI. Los Heck, que en los años 20 dirigían los zoológicos de Berlín y Munich, dedicaron dos décadas a cruzar especies de bovinos europeas y americanas con el objetivo de recrear un animal similar en apariencia y comportamiento al extinguido urus, según cuenta Michael Wang en la revista Cabinet.

Pero la recreación del animal no estaría completa si se confinara al renacido animal a un parque zoológico, así que los hermanos idearon un entorno ideal que sería repoblado por el bisonte europeo y otros animales del ‘Cantar de los Nibelungos’ (sin contar dragones). Por suerte, existía un lugar ideal muy cerca de Alemania, en el patio trasero, como si dijéramos: se trataba del bosque de Bialowiez, uno de los bosques primarios más antiguos y mejor conservados de Europa, que se extiende entre Polonia y Bielorrusia. En otra circunstancia, la ubicación de la reserva hubiera supuesto un problema, pero hablamos de la Alemania de los años 30, donde cualquier inconveniente podía arreglarse con una invasión.

En una imagen publicada en el catálogo de la Exposición Internacional de Caza de Berlín en 1937 aparecen Göring y Lutz Heck frente a un mapa en relieve de Bialowiez con pequeñas figuras de bisontes, jabalíes, ciervos y renos. Sobre el mapa descansa el cuerno de uno de los urus supuestamente recreados con el programa de los hermanos Heck.

Mientras se ultimaban los planes para invadir Polonia, en 1941, los Heck introdujeron los bisones en el bosque privado de Göring en Schorfheide, al norte de Berlín. El urus recreado –conocido como “reses de Heck”-era una hibridación de buey húngaro, escocés y bisonte canadiense, en un intento de potenciar la desfalleciente reserva genética del viejo continente con la robustez de la variedad norteamericana. Un bajorrelieve celebra la reintroducción de la mítica especie en los bosques alemanes.

La reintroducción del urus en el boque se Bialowiez implicó necesariamente el exterminio de todos los ocupantes no arios del entorno, incluyendo a judíos, luchadores de la resistencia polaca y partisanos soviéticos. Paradójicamente, estas campañas de exterminio se llevaron a cabo bajo el concepto de “espacio de vida” (Lebensraum), según el relato de Wang. Pese a este nefando comienzo, el “parque Jurásico” nazi fue un éxito: los urus reintroducidos no sólo lograron extenderse por el bosque polaco sino que incluso muchos de ellos lograron sobrevivir a la II Guerra Mundial, en la que Bialowiez fue un campo de batalla más de la contienda.

Finalizada la contienda, el bosque fue dividido entre Polinia y la URSS, quedando su parte oriental bajo jurisdicción soviética, donde al parecer huyeron muchos de los ejemplares reintroducidos. Sin embargo, aún pueden encontrarse miembros del ganado de Heck en diversas granjas de Alemania y Europa. Incluso hubo intentos por parte de Holanda para reintroducir la especie para reemplazar la megafauna que un día existió en los Países Bajos.

Visto en Cabinet, vía IO9.com. Más información en Wikipedia.

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