Dicen que la Red nos permite expresar opiniones que en público no nos atreveríamos por miedo a ser rechazados o algo mucho peor. El aparente anonimato online es una herramienta la mar de útil, sobre todo si te apetece prostituirte a cambio de dinero virtual, o cometer asesinatos para pagar las cuotas de X-Box Live.
Son algunos de los ejemplos que os brindamos a continuación, donde un inocente videojuego acabó con muertes (reales) y con la policía de por medio.
Quién: Qiu Chegwei, jugador chino de Legend of Mir 3.
Por qué: Prestó a un amigo suyo, Zhu Caoyuan, su preciada ‘Espada Dragón’ y éste la vendió por uno 550 euros.
La solución: Qiu se presentó en su casa y le mató apuñalándole en el pecho. Actualmente cumple 15 años de prisión.
Quién: Daniel Petric, jugador estadounidense de Halo 3.
Por qué: Sus padres le prohibieron comprar el videojuego por considerarlo violento. Tras adquirirlo a escondidas, fue sorprendido mientras jugaba y decidieron arrebatarle el juego y esconderlo en su caja fuerte.
La solución: Petri abrió la caja de caudales y recuperó el videojuego y la pistola de su padre. Después asesinó con ella a su madre e hirió al padre de gravedad.
Quién: Tyrone Spellman, jugador de X-Box de 27 años de edad.
Por qué: Su hija de 17 meses arrastró los cables de la videoconsola al pasar con tan mala fortuna que acabó rota en el suelo.
La solución: Spellman perdió el control y le rompió el cráneo de un golpe.
Quién: Xiao Yi, jugador chino de World of Warcraft de 13 años.
Por qué: Quería vivir en su mundo online para siempre. Tenía preocupados a sus padres por su clara adicción a este juego.
La solución: Saltó desde un piso 24.
Quién: Dinh Le Dan, jugador vietnamita de juegos online de 13 años.
Por qué: Necesitaba dinero para pagar la suscripción mensual de sus videojuegos.
La solución: Estranguló a uno mujer de 81 años y la enterró en frente de su casa. Cumple condena en un correccional.
Quién: Shawn Woolley, ciudadano estadounidense de Everquest
Por qué: Diagnosticado previamente con síndrome de falta de atención y epilepsia. Tras su bautizo en el juego masivo online comenzó a cambiar su temperamento. Terminó padeciendo depresión y trastorno de personalidad.
La solución: Se pegó un tiro delante del ordenador.
Quién: Una banda de ladrones brasileña conocida como ‘La Firma’. El mejor jugador de GunBound del país.
Por qué: La cuenta de dicho jugador anónimo estaba valorada en la friolera de 8.000 dólares (unos 6.480 euros).
La solución: Tras engañarle con una cita a ciegas, le encañonaron, llevaron a un cibercafé y obligaron a transferir sus datos de cuenta para ponerla a la venta. Por suerte acabaron atrapados por la policía.
Quién: Kevin Kemp, usuario estadounidense de X-Box
Por qué: Discutía con su amigo y vecino a través del servicio X-Box Live.
La solución: El vecino se presentó en su casa. Le disparó, falló, y se lió a puñaladas hasta que Kevin consiguió escapar.
Quién: Un usuario holandés de Habbo Hotel.
Por qué: En el popular juego online, la gente puede gastar dinero real para comprar objetos virtuales. Los ladrones reales también pueden meterse en el ciberespacio.
La solución: Este jugador anónimo y hasta otros 15 implicados se dedicaron a robar mobiliario (sic) de otros usuarios hasta que intervino la policía holandesa a petición de la propia empresa del juego.
Quién: Una druida, elfa nocturna de nivel 70 en World of Warcraft.
Por qué: La chica quería comprarse una montura épica para moverse por el juego, y necesitaba 5.000 monedas de oro (de nuevo, del juego).
La solución: La chica se prostituyó en craiglist por el dinero virtual. No tardó en encontrar quien accediera a la bizarra propuesta, tras lo que presumió de haber ganado la montura y un “amigo especial”.
Visto en 20 minutos y Strambotic.
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