OPINION

El último juego de la humanidad

coordenadas
coordenadas

Jason Rohrer es un diseñador de videojuegos conceptuales con un talento desbordante (solo tenéis que probar su impagable juego gratuito Passage para comprobarlo) que ha ganado recientemente un concurso de diseño después crear un juego de mesa que es probable que nadie pueda jugar en un futuro próximo, si alguna vez se llega a jugar.

Se llama A Game for Someone ("Un juego para alguien"), está hecho de titanio para resistir el paso del tiempo y enterrado en algún lugar del desierto de Nevada, donde presumiblemente debe ser descubierto por una civilización avanzada dentro de miles de años a partir de ahora.

El objetivo de Jason Roher era hacer un juego al que ningún ser humano pudiera jugar, pero perfectamente jugable; una idea que ha conseguido el premio en el ‘Game Design Challenge’ de la Game Developers Conference celebrada en abril en Los Angeles, un concurso de diseño de videojuegos en el que se tenía que presentar un título basado en una propuesta de la organización que no era otra que “El último juego de la humanidad”.

La idea de A Game for Someone está inspirado en los antiguos juegos de mesa como el mancala o el propio ajedrez, así como en los arquitectos y constructores que a lo largo de cientos de años han erigido catedrales sin poner un pie en ellas, sin verlas completadas en toda su vida. Así que se propuso crear un juego que funcionara sin necesidad de tocarse a sí mismo durante años.

Para ello, lo primero que concibió es un soporte informático, mediante el diseño de un conjunto de reglas que no puedan ser interpretadas por un ser humano, sino por una inteligencia artificial capaz de encontrar desequilibrios, creando de esta manera nuevas reglas más perfectas.

El lenguaje escrito, obviamente, no tiene seguridad de éxito a tan largo plazo; pero los números sí que pueden perdurar para una futura civilización. Jason tiró por el camino de en medio y en vez de eso grabó pictogramas para explicar sus complejidades.

Una vez que el juego se puede jugar, empezó a fabricarlo. No podía darle forma a partir de materiales degradables, como la madera, el vidrio o cartón, por lo que decidió en última instancia hacer el tablero de 44 cm de lado y las piezas en titanio, con un peso total del conjunto de 15 kg.

Para asegurarse de que el que lo encontrara entendiera cómo funciona su juego futurista, Jason puso las reglas en tres trozos de papel libre de ácido, las selló en un tubo de vidrio Pyrex que luego metió dentro de un cilindro de titanio y partió hacia el desierto de Nevada para enterrar el asunto como si fuera una víctima de la mafia, quizá en un guiño hacía la leyenda urbana de las toneladas de juegos de E.T "El Extraterrestre" que Atari enterró en el mismo desierto.

Ni siquiera Jason sabe exactamente dónde está su juego, pues escogió una parcela pública de tierra lo suficientemente lejos de las carreteras y las zonas pobladas. Lo que sí tiene son las coordenadas GPS exactas de la ubicación del enterramiento, que repartió entre los asistentes a su charla en la GDC a razón de un sobre con 900 coordenadas de GPS cada uno.

Cada sobre era distinto, por lo que en total hay cerca de un millón de coordenadas GPS. Justo debajo de una de ellas está enterrado el "último juego de la humanidad”, de tal manera que ha calculado que si cada día se intentara ir a una de las localizaciones con un detector de metales el juego se descubrirá, más o menos, en 2.700 años.

Vía Rock, Paper, Shotgun y Polygon

Mostrar comentarios