
El capitán Ahab, persiguiendo a Moby Dick con un proto-Hubble.
“El telescopio Hubble, allá arriba, funciona porque está lubricado con grasa de ballena que no se congela”. Lo dice Philip Hoare, el autor de “Leviatán o la ballena”, en una entrevista que le hace Jacinto Antón en El País de hoy. El periodista no parece sorprendido de la revelación, entre otras cosas porque Hoare dispara titulares como para llenar el periódico. Aquí van algunos:
-“Las hembras de ballena franca disfrutan tanto con el amor que permiten que las penetren varios machos a la vez”
-“Los cachalotes tienen pensamiento abstracto, autoconciencia y luminiscencia para iluminar su reino a 500 metros de profundidad”
-“Los maoríes se acuestan a su lado cuando las encuentran varadas en la playa para que no estén solas al morir”.
Pero nosotros nos hemos quedado con la ballena detrás de la oreja con el asunto del Hubble y la grasa de ballena. De ser verdad, la NASA habría sido cómplice de la caza de ballenas, cuya moratoria entró en vigor en 1986. El Hubble fue lanzado en 1990, dos años antes de que se autorizara la “caza de ballenas por motivos científicos”, a la que se ha acogido Japón y Noruega para driblar la moratoria y que, desde luego, estaría plenamente justificado en este caso.
Una búsqueda en Internet nos plantea más dudas que respuestas. Las primeras respuestas del buscador predominante se preguntan lo mismo que yo: “¿Utiliza el Hubble aceite de esperma de ballena como lubricante?” Las respuestas a estas preguntas son variadas pero con cierta tendencia a considerarlo una leyenda urbana. Más exactamente, una leyenda interespacial. continuar leyendo