OPINION

Las religiones que no llegaron a ser: Sabbatai Sevi y sus furiosos cabalistas

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A las 5 o 6 religiones mayoritarias en el mundo hay que sumarle varios centenares de cultos minoritarios otros tantos desaparecidos por incomparecencia de sus feligreses y un número indeterminado de religiones abortadas: movimientos mesiánicos que, por falta de empuje o por dificultades políticas, se quedaron en el limbo de lo que pudo ser y no fue.

Una de ellas es la que intentó instaurar un autoerigido Mesías judío, de nombre Sabbatai Sevi, que llegó a polarizar comunidades enteras desde el Mediterráneo hasta Polonia durante el siglo XVII, según relata Christopher Hitchens en su diatriba antirreligiosa "Dios no es bueno".

Sevi utilizó la cábala para convertir su propio nombre en el equivalente de Mosiach o Mesías, convenciendo a sus seguidores de que él era el elegido. Según Hitchens,

"En un viaje para anunciarse en Constantinopla, la embarcación de Sabbatai fue azotada por la tempestad y él reprendió a las aguas; cuando fue encarcelado por los turcos su prisión se iluminó con llamas sagradas y dulces fragancias (...) Hombres y mujeres vendieron todo lo que tenían y se prepararon para seguirle hasta la Tierra Prometida."

Los turcos decidieron no ejecutar a Sabbatai "para que sus entusiasmados fieles no crearan otra religión", pero a cambio forzaron una alambicada conversión del profeta. Veamos sus métodos:

"Convocado a comparecer en el palacio del visir, y con el permiso para realizar el camino desde la cárcel acompañado de una procesión de seguidores salmodiando, se le preguntó al Mesías sin rodeos si aceptaría someterse al juicio de lo sobrenatural. Los arqueros de la corte le utilizarían como diana, y si el cielo desviaba las flechas se le declararía auténtico. Si se negaba a soportar la prueba, sería empalado. Si prefería rechazar de plano el dilema, podría afirmar que era un auténtico musulmán y se le permitiría conservar la vida. Sabbatai Sevi hizo lo que casi cualquier otro mamífero corriente habría hecho: realizó la profesión de fe habitual en el único dios existente y se le concedió una sinecura. Posteriormente fue deportado a una región del imperio en la frontera de Albania y Montenegro, y allí expiró, supuestamente en el Yom Kippur de 1676".

Con la azarosa historia del falso Mesías Hitchens quiere llamar la atención sobre el absurdo de que miles de millones de personas sigan hoy los preceptos de una serie de profetas que vivieron en el desierto hace 1.300 o 2.000 años y que por una mezcla de azar, habilidad política y perseverancia de sus apóstoles se convirtieron en las religiones preeminentes de hoy en día.

Curiosamente 350 años después de su muerte, Sevi aún tiene seguidores semiclandestinos en Turquía. De nuevo dice Hitchens:

"(...) la pequeña secta sincrética de Turquía conocida como "dönme", que oculta su lealtad a los judíos bajo un manto exterior de práctica ritual islámica".

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