La alta tecnología, la religión y la psicosis colectiva forman el extraño triángulo cuyo vértice es la fuente de agua bendita diseñada por un italiano de nombre novelesco, Luciano Marabese. Se trata de un dispensador de agua bendita, construido en terracota, con un mecanismo similar a los grifos automáticos en los baños públicos: el agua sale al pasar la mano por debajo de la pila. De este modo, las beatas pueden ungirse la frente sin miedo a contagiarse la gripe A.
Quince personas han muerto hasta la fecha por la enfermedad en Italia, desatando la lógica preocupación entre los 57 millones de supervivientes. Una de ellas, Mata Caimm, saluda el invento de Briosco con estas palabras: "Es genial. Gracias a esta pila ya no nos asusta contagiarnos con la gripe A. Es un artefacto perfecto para estos tiempos", según el teletipo distribuido por Reuters.
Luciano Marabese, el inventor del dispensador de agua bendita, tuvo una revelación cuando se enteró de que la catedral de Milán, entre otras iglesias de la católica Italia, había suspendido el uso de las pilas de agua bendita para evitar la pandemia. Que su ingenio ha dado en el clavo lo refrenda las palabras del cura de Fornaci di Briosco, donde se ha empezado a utilizar el dispensador: "Al principio los feligreses estaban un poco confusos al ver esta innovación tecnológica pero finalmente la han acogido con alegría y entusiasmo. Los miembros de la parroquia ya se han acostumbrado al dispensador de agua bendita", dice el padre Pierangelo Motta.
Pero el dispensador nos genera unas últimas preguntas: ¿interfiere el dispositivo infrarrojo con las moléculas bendecidas de H2O? ¿Qué es más peligrosa: la gripe A o su vacuna?
Noticia original. Visto en Nada que hacer con Arbroath.
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