OPINION

¿De dónde sacan a los viejunos de los anuncios?

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La pregunta es, efectivamente, absurda: un calambur o, peor aún, una boutade: los viejunos de los anuncios los sacan de agencias de modelos. En principio, no hay nada malo en ello: los modelos también tienen derecho a ganarse las lentejas en el otoño de sus carreras sin tener que andar quejándose por ahí de que “ya no se hacen buenos anuncios para gentes de nuestra edad”.

No es eso, no es eso: en Strambotic estamos a favor de que todos los profesionales tengan una jubilación digna pero es que, igual que los modelos jovenzuelos representan meridianamente bien la juventud del momento –esa pose desafiante, esa mirada lánguida, ese flequillo de juzgado de guardia…- los modelos viejunos no son representantivos de la senectud española. No señor.

Vean este anuncio: se trata de la publicidad de un famoso gran almacén con veleidades británicas (vale: es El Corte Inglés) aparecido recientemente en prensa. Promociona una oferta de viajes para clientes de más de 55 años y, para ello, muestra a semejantes pipiolos. ¡Por el amor de Dios: tengo amigos de 22 mucho más decrépitos que esta pareja de ensueño!

Aceptamos que la publicidad siempre incluye una dosis razonable de mentirijilla pero nótese que a ese combo de “salud y belleza en La Manga” (116 euros, seis días, cinco noches en pensión completa, no pregunten cómo) se van a apuntar personas reales, que no van a encontrar en la cola del buffet libre a las beldades de la foto sino a señores vestidos con camisa, pantalón de tergal y chaquetilla de polipiel, y señoras  de bañador de una pieza, laca en el pelo, toquillitas “por si refresca”, bypass, dentaduras postizas…en fin, lo que se espera de un grupo de españoles de la categoría pre-Imserso.

Menos mal que, en un arrebato de lucidez, el creativo ha decidido incluir una ración de bocados de realidad en forma de pequeñas estampitas de lo que SÍ se van a encontrar los prejubilados y parados de larga duración que mantienen llenos los hoteles de costa en invierno. Ampliemos estas estampitas:

Además de los idílicos paisajes intercambiables y la inevitable dosis de cultura folklórica, una de las imágenes muestra una pareja de viejunos más factibles: un caballero y una dama entrados en años y en carnes en lo que parece la ejecución de una ola o el baile de Paquito el Chocolatero. Una estampa muy de Benidorm en invierno, qué duda cabe. ¿Sí? No.

Si ampliamos un poco más el santo veremos que algo no cuadra: la tercera señorita que comparte mantel con los viejunos es de otra generación e incluso otra raza, nada extraordinario –dirán Vds.- en un hotel cosmopolita de la Costa de Hormigón de Levante pero, aun así, extemporáneo. Esa joven de rasgos orientaloides y sus compañeros de juerga son sin duda clientes de un casino de Las Vegas (o de uno de esos cruceros casino que surcan los mares), lo que explica el gesto de euforia del trío, que habrá sacado un 9 en los dados o un as de picas en el bacarrá.

Total, que hasta la “imagen genuina de viejunos de verdad” es de agencia. ¿Qué recomienda en este caso el Curso de Ética y Estética Publicitaria? Parafraseando al recordado Juanjo de la Iglesia, “sinceridad. Siempre sinceridad”. Así que ahí va nuestra propuesta de publicidad alternativa, por una mijina de lo que les habrá clavado su agencia de medios. De nada.

Anteriormente, en CEEP (Curso de Ética y Estética Publicitaria):

-Saborea Galicia: yo no me metería eso en la boca, forastera.

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