OPINION

Secuestra a sus padres porque no le dejaron unirse a la partida de parchís

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Ángel López Reinares volvió el pasado martes a casa con unas copas de más. Sus ancianos padres estaban echando su partidita diaria de parchís y el hombre quiso unirse, a lo que su padre se negó. Ofuscado, el hombre, de 51 años, agredió y secuestró a sus progenitores en el piso de Santa María de la Cabeza, en Madrid. La policía tuvo que entrar en el piso por el balcón para liberar a la pareja de septuagenarios.

Parece ser que los problemas de Ángel con la bebida venían de lejos, según confirmaron los vecinos, que no olvidaron añadir la clásica coletilla de que el secuestrador “es una buena persona”. Buena persona, sí, pero con un pronto incontrolable. La discusión empezó con la frustrada partida de parchís a tres bandas, continuó por el volumen del televisor y acabó con el padre herido en el suelo del salón después de las dos patadas que le arreó su irascible hijo. Aun con todo, los padres lamentaron la detención de su vástago y declararon su deseo de que vuelva pronto al hogar: “¿Qué madre no querría que su hijo no volviera a casa?”. ¿La madre de un cincuentón alcohólico y violento?

Lo mejor de todo el asunto es que los escabrosos detalles de la historia han salido a la luz en la rueda de prensa que ofrecieron los dos “orgullosos” policías que rescataron a la pareja de vetustos jugadores de parchís, según la crónica de Inés Santaelualia en la sección local del periódico. Este es el relato de la liberación:

Pese a la insistencia de los policías golpeando la puerta, Ángel se negaba a abrir. "Si entráis voy a matarles", aseguran los agentes que dijo el agresor, que está detenido como presunto autor de un delito de lesiones y otro de amenazas graves. Los policías, impotentes, llamaron entonces a los bomberos para echar la puerta abajo y entrar por la fuerza.

(…)Desde allí, dos policías de 30 años consiguieron colarse en el piso de al lado. Ayudados por dos compañeros, que requirieron la atención de Ángel desde la puerta, lograron distraerlo para entrar en la vivienda.

Nótese que tres generaciones participaron en el luctuoso suceso de la calle Santa María de la Cabeza: las víctimas, en sus 70; el agresor, en la cincuentena, y los garantes del orden, en la treintena.

Visto en El País. Imagen sin relación alguna con la noticia.

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