OPINION

Se le acerca un elefante marino en celo mientras se echa la siesta y no le despiertan

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El que luce plácidamente dormido en esta fría playa es el capitán francés Jerome Poncet, que arribó a las Islas Georgias del Sur, el archipiélago subantártico cuya soberanía reclaman ingleses y argentinos, a bordo de su barco Golden Fleece.

Acababa de trasladar a la más remota colonia británica a una expedición de seis fotógrafos naturalistas que buscaban hacer un documental sobre la explosión de celo de los elefantes marinos.

Durante su época de celo en las Georgias del Sur se juntan hasta 400.000 elefantes marinos y más de 450.000 pingüinos rey. Las islas atraen a fotógrafos de vida animal de todo el mundo debido a la diversidad de las especies que se agrupan en grandes cantidades.

Tras trasladar al pasaje, y libre de sus funciones, el capitán, que ha vivido la mayor parte de su vida en las cercanas Islas Malvinas, decidió tumbarse a descansar en la bahía de San Andrés. Pero a medida que dormitaba abrigado cerca del agua, un elefante marino de cuatro toneladas empezó a arrastrarse hacia él, para terminar a unos metros de distancia.

Por allí andaba uno de los fotógrafos naturalistas más reconocidos del mundo, el checo Vaclav Silha, de 47 años, que desde Praga había organizado la expedición y que de repente se encontró el insólito enfrentamiento delante de sus narices. Vaclav Silha  publica asiduamente en el BBC Wildlife Magazine y es famoso por lograr instantáneas tan insólitas como las de este cocodrilo corriendo sobre las cabezas de los los hipopótamos en el parque del Serengeti.

¿Cómo hubiera reaccionado uno si se topa con una persona indefensa frente a una mole de varias toneladas de celo subido? ¿Despertando al somnoliento capitán Jerome o dejándolo terminar la siesta, como buen mediterráneo, a pesar de la peligrosa compañía? Vaclav, cuya experiencia le da sabiduría, decidió dejar las cosas como estaban, sacar su cámara e inmortalizar el encuentro.

"No lo desperté, porque el lenguaje corporal del elefante marino decía que tenía curiosidad y que sólo quería investigar. Se trata de unos animales que se vuelven agresivos cuando se les provoca. Jerome ha estado navegando por la Antártida durante más de 30 años, por lo que entiendo que conoce estas especies muy bien. Yo sabía que él estaba a salvo de sufrir un ataque al corazón si se despertaba y veía a esta bestia delante de él”

Lo mejor es que además del elefante marino, que terminó compartiendo la siesta con Jerome sin entender muy bien qué tenía al lado, se unió a la estampa un grupo de pingüinos rey, e incluso algunas aves marinas, también atraídas por la curiosidad de aquel ser inmóvil y tranquilo.

“Realmente me alegro de que se quedara dormido porque me dio una asombrosa visión de la vida salvaje Y fue un gran momento para una foto que puedo colgar en la pared para siempre”, afirma Vaclav.

Fotos: Vaclav Silha

Vía Telegraph

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