OPINION

Nuevo Vale nos enseñó lo que Súper Pop no nos quiso contar

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Hace un año nos dieron un disgusto bien grande: cerraba la Súper Pop. Mujeres bien entrada la treintena y chicos que ellos sabrán por qué la leían, lloraban en todos los rincones de España la muerte de la Súper Pop. Sin embargo, a los pocos meses resucitó como si nada. Ahora acaban de anunciar la muerte del Nuevo Vale, que seguramente resucitará también en unos meses.  La crisis del papel llega también a las cabeceras adolescentes. Esas que nos han informado puntualmente con todo tipo de invenciones sobre los gustos románticos de las estrellas del momento. Revistas que nos hicieron creer (y bien felices que lo creímos) que todo un Johnny Depp estaba esperando una chica como nosotras. No una modelo o una actriz de su entorno, no. Una adolescente como cada una de nosotras (y a veces, de nosotros).

Pero a la hora de conquistar a ese famoso totalmente accesible, Nuevo Vale y Súper Pop siempre presentaron posturas diferentes. No en vano,  Súper Pop era una revista que tus padres te veían leer y sonreían, pensando “Perfecto. Será siempre una mosquita muerta y nunca tendremos que preocuparnos por ella. Estudiará lo que le digamos, y tendrá un novio soso”. Si veían la Nuevo Vale se volvían locos, la leían por encima, y se irritaban quién sabe si porque la idea de una adolescente consciente de su sexualidad les asustaba, o si porque el estilo de redacción les sangraba los ojos, por muy liberales que fueran.

Las diferencias entre Nuevo Vale y Súper Pop se presentaban sobre todo en los aspectos sentimentales, pero había mucho más. Eran dos maneras de ver el mundo.

Maquillaje. En algo tan superficial como esto, ambas cabeceras  sentaron las bases sobre lo que era ver la vida. La Súper Pop sólo te sugería brillar y dar el cantazo en Nochevieja. El resto del año apostaba por colores mate, sombras discretas y monocromas, y quizás un eyeliner azul para quedarse con la banda en esas fiestas de pueblo de las que tanto esperábamos y de las tan poco conseguimos.

La Nuevo Vale sin embargo siempre apostó por ir hecha un cuadro, que es un derecho que todas las personas tienen y al que a veces, por timidez, renuncian. Hay que ser muy audaz para proponerle a lectoras de trece y catorce años  que se hagan un smokey en fucsia o una fantasía en purpurina para el Carnaval, teniendo en cuenta que para conseguir un maquillaje en condiciones no sólo hace falta mucha práctica, sino también alguna que otra brocha,  y no solo la sombra más económica del todo a cien con su algodoncillo diminuto.

Estrellas. En Súper Pop casi siempre las estrellas (siempre actores y cantantes; rara vez un deportista) eran hombres cariñosos, hogareños, cercanos, y a los que les gustaban los mismos grupos que a ti (raro se hace que un adulto no tenga más referentes que las boyband) y que, a pesar de la fama y los millones, sólo querían una chica sincera que les hiciera reír. En la Nuevo Vale también se les pintaba como hombres solitarios hartos del glamour y del dinero, pero ante todo eran objetos sobre los que tú podías saltar para amarrarlos y llevarlos a casa.

Horóscopo. Las dos cabeceras mostraban siempre una tremenda manga ancha con la magia blanca. Súper Pop te enseñaba truquitos para convertir un suspenso en un éxito (es todo cuestión de encender la vela adecuada).  Nuevo Vale te señalaba siempre el truco sexual más adecuado para esa semana según tu horóscopo. En ambos casos el resultado, si seguías los consejos, era el desastre, ya fuera doméstico o sentimental.

Sexo. Si la Súper Pop parecía la espera de Ingrid al Capitán Trueno, en Nuevo Vale se daba por sentado que mientras pasaba o no pasaba algo, se podían hacer varios juegos preeliminares que podían convertir una pillada paterna en una tragedia griega. Consejos sobre masturbación mutua, los sms más calientes (el de “quiero sacudirte el canelón hasta llenarme de bechamel” se me grabó a fuego en el cerebro), una guía para hacer strip-tease, o consejos para tu primera felación hicieron del sexo algo igualmente sucio y oscuro, porque imaginar a un adulto de cuarenta años redactando eso imitando tu lenguaje pero siguiendo los consejos de higiene del Ministerio de Sanidad era de todo menos excitante.

Moda. En esto siempre fueron muy similares. Al fin y al cabo, el nivel adquisitivo de sus lectoras era igualmente bajo, lo que explica que las secciones de moda de ambas revistas fueron siempre un petardo en el que a veces salían unos pantalones, una chaqueta… ¿quién quiere ver una sección de moda para ver unos vaqueros? Por eso se centraban siempre en complementos algo más accesibles. Un poco como en el “Cuore” cuando te enseñan un look de 60.000€ que te puedes hacer tú misma en tiendas de trapillo por 100€, con la ventaja de que no se parece en nada al modelo, y así no te pueden acusar de copiar a las famosas. Eso sí, en Súper Pop nunca hicieron algo que en Nuevo Vale era moneda de cambio habitual: recomendar ropa interior. Una madre Súper Pop siempre hubiera dicho que no hay que comprar ropa interior bonita porque nadie más que tú tiene que verla. Una madre Nuevo Vale diría (antes la sola petición de un tanga florido) que muy bien, pero que usaras protección. Bochornos en ambos casos.

Si nuestra vida adulta es rica en matices emocionales, si tenemos una vida sexual variada y satisfactoria, si sabemos cómo comprar los mejores vaqueros del colmado y convertirlos en ropa de fiesta o de diario según lo requiera la situación, si cada vez que vemos un famoso nos lo ligamos sin miramientos como si se tratase del rapo de las Sabinas… Es todo gracias al Nuevo Vale. Y no podemos hacerle un funeral, como no se lo hicimos a la Súper Pop. Si sus lectoras se enterasen de que llevan en marcha desde los ochenta, pensarían que todo eso lo escribe un adulto y el mundo, tal y como lo conocemos, se derrumbaría. ¿A quién le gusta que su madre hable como un colega? La vida es complicada. Y sin una cabecera que nos oriente, más que lo va a ser.

El título del artículo está inspirado en esta canción, más superpopera que nuevovaliente.

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