OPINION

Los repulsivos masajes faciales con caracoles gigantes africanos

culebra
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Hace ya unos años que la baba de caracol suena como remedio infalible contra los achaques cutáneos de la edad. Era sólo cuestión de tiempo que la baba viniera directamente del productor, saltándose los intermediarios.

La mano que mece a la bestia es la de una empleada de un centro médico-estético en la ciudad siberiana de Krasnoyarsk, que está dando un masaje facial a una clienta usando un caracol africano gigante.

El salón de belleza es el único en la región que usa el método de restregar caracoles como puños por la cara; y se cree que ayuda en la aceleración de “la regeneración de la piel, eliminando arrugas, cicatrices y marcas de quemaduras”, de acuerdo con la dueña del establecimiento Alyona Zlotnikova.

Todo viene de 2006, cuando unos agricultores chilenos presuntamente notaron su piel visiblemente más lisa después de manipular los caracoles que criaban destinados para el mercado de la comida francesa.

Repleta de ácido glicólico y elastina, la secreción del caracol protege su propia piel de los cortes, las bacterias y los poderosos rayos UV, por lo que la madre naturaleza ha convertido esa baba en una fuente primordial de proteínas que eliminan las células muertas y regeneran la piel.

Y a mayor tamaño de caracol, más baba que sueltan. Y los más grandes de largo son los caracoles gigantes africanos, la especie terrestre de mayor tamaño de este tipo de moluscos, que pueden llegar a medir hasta 30 cm de largo y pesar hasta cuarto de kilo de peso.

Sin embargo, para los aprensivos en general este suave discurrir del bicho sobre la cara puede resultar ciertamente incómodo, cuando no asqueroso directamente.

Así que desde Strambotic recomendamos el también muy sufrido masaje facial con serpientes y culebrillas que dan en el Spa Barak de Talmei Elazar, en Israel, que utilizan pequeñas culebras de esas que se meten por la nariz para, según pone en su folleto, exfoliar la piel y relajar.

"Relajar", dicen los cachondos...

Vía Washington Post

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