OPINION

Veinte años viviendo solo y en pelotas en una isla desierta de Japón

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Muchos de nosotros hemos jugado a eso de “¿qué te llevarías a una isla desierta?”. Claro que la mayoría no hemos tenido la ocasión de ponerlo  en práctica. ¿Realmente nos gustaría vivir completamente solos y aislados de la civilización? ¿Sin iPhone ni consola? ¿Nos gustaría vivir como… Masafumi Nagasaki, el ertmitaño nipón?

Nagasaki es un señor de 76 años que ha hecho realidad este sueño y vive, desde hace ya 20, completamente solo en una pequeña isla de un kilómetro de longitud del archipiélago japonés, alimentándose de arroz y andando por ahí desnudo todo el día. Menudo planazo de jubilación.

Nagasaki tiene una pequeña ventaja: su familia le envía unos 85 euros a la semana para que los gaste en comida y agua. Así que, una vez a la semana se pone algo de ropa, coge su barca y se acerca a la isla poblada más cercana para recoger el dinero y comprar los víveres.

Para lavarse y cocinar el arroz, recoge el agua de lluvia en una serie de cuencos que tiene repartidos por ahí. Claro que la vida en plena naturaleza plantea algún que otro peligro. En su isla no hay animales salvajes, pero está a merced de los elementos.

Al poco de llegar, un enorme tifón se cernió sobre la isla, arrasando la mayoría de vegetación bajo cuya sombra podía refugiarse del sol. También perdió su preciada tienda de campaña. Su sueño de estar aislado se torcía.

“Me cocía bajo el sol. Llegó a un punto en el que pensé que sería imposible vivir aquí”, declaró. Pero consiguió sobrevivir y desde entonces, las cosas han mejorado para este ex-fotógrafo que acabó trabajando en la industria del entretenimiento hasta que llegó su momento de jubilación.

En cuando a su manía de ir desnudo, durante el primer año conservaba algo de vergüenza y se ponía ropa cuando veía pasar algún barco cercano. Pero pronto decidió que eso era tontería. Es más: pide a los (escasísimos visitantes) que vayan desnudos: “Aquí, si te pones ropa, eres tú el que está fuera de lugar”.

Eso sí: pese a vivir como un salvaje, el tipo mantiene una estricta disciplina: todas las mañanas se dedica a hacer flexiones bajo el sol, y debe aprovechar el tiempo de luz para preparar la comida y lavarse antes de que caiga la noche y lleguen los insectos.

Su elección vital encierra una peculiar filosofía: “Encontrar un lugar para morir es importante, y yo he decidido que este es mi sitio. Hacerlo aquí, rodeado de naturaleza…. Es inmejorable, ¿verdad?”. Desde luego a él no le preocupan cuando retweets tengan sus chascarrillos o si los subtítulos del último episodio de Juego de Tronos tardan mucho en aparecer.

Vía Daily Mirror.

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