El problema de '+Gente' en TVE

El pasado lunes TVE estrenaba su nuevo contenedor de tarde. Se llama +Gente, está presentado, de lunes a viernes, por dos excelentes comunicadores, Pilar García Muñiz y José Ángel Leiras, y es el resultado de la fusión entre el veterano Gente y el desaparecido España Directo.

En su semana de arranque el programa no ha funcionado: ni en contenidos, ni en escaleta, ni en empatía, ni en ritmo. Y, claro, la audiencia ha huido dejando el espacio el viernes en un terrible 6.7% de share, un dato inadmisible para una cadena como La 1 de TVE.

Sin duda, lo mejor de +Gente ha sido la apuesta visual, con un plató lucido gracias a una cuidada y atractiva realización que juega al máximo con los elementos del decorado, las pantallas y las posibilidades de las nuevas tecnologías.

Pero el gran problema del espacio ha estado en sus contenidos: no conectan con el espectador porque viven estancados en la previsible aureola del viejo España directo, sin frescura, y perdiéndose en un artificial “servicio público” que aleja a la audiencia de tarde. Por ejemplo, existe una sección para encontrar trabajo que invita al zapping a una hora en la que la verdadera “+gente” busca entretenerse y olvidar la palabra crisis. Para descubrir ofertas de empleo, ya hay un interesante programa matinal en La 2, Aquí hay trabajo.

Además, otro de los grandes errores del espacio es que hay unos presentadores que podrían dar mucho juego interactuando juntos y, en cambio, pasan la mayor parte del programa separados hablando a frías pantallas, lejanos reporteros en exteriores o dando estáticos pasos a vídeos… cuando sería mucho más potente crear una estructura, más sencilla, basada en Pilar y Leiras compartiendo plano y desprendiendo química.

Y es que ambos presentadores podrían transmitir mucha complicidad al espectador. También en la versión dominical del programa, que se estrenó ayer, capitaneada por la simpatía de María Avizanda y Alberto Herrera.

El futuro del programa debe ir por ese camino de la complicidad… Ha llegado la hora de que nuestra televisión pública arriesgue, deje de obsesionarse en el reporterismo predecible y vuelva a confiar en la creatividad.