OPINION

Diez cosas que descubrí de los británicos gracias a la ceremonia de apertura de Londres 2012

Actor Rowan Atkinson, known for his role as Mr Bean, performs during the opening ceremony of the London 2012 Olympic Games at the Olympic Stadium
Actor Rowan Atkinson, known for his role as Mr Bean, performs during the opening ceremony of the London 2012 Olympic Games at the Olympic Stadium
Actor Rowan Atkinson, known for his role as Mr Bean, performs during the opening ceremony of the London 2012 Olympic Games at the Olympic Stadium July 27, 2012. REUTERS/Mike Blake (BRITAIN - Tags: SPORT OLYMPICS ENTERTAINMENT)

5.656.000 espectadores vieron anoche por TVE la ceremonia de inauguración de Londres 2012. La puesta de largo de los terceros Juegos Olímpicos de la capital del Reino Unido arrasó, congregando a un 46,1 por ciento de la audiencia española.

El director de cine Danny Boyle supo impresionar a los espectadores, con un sarao muy cinematográfico que desbordó un despliegue técnico asombroso. Impresionante fue la recreación de una campiña inglesa, de la que surgían grandes chimeneas por obra y gracia de la revolución industrial, inolvidable el ácido lanzamiento desde helicópero (junto a James Bond) de la Reina de Inglaterra e ingenioso el encendido de los 204 pebeteros levitantes, que crecían hacia el cielo hasta que sus llamas se fusionaron en un solo fuego.

Una noche para el recuerdo olímpico que estuvo realizada por la maestría del veterano realizador español José Ramón Diez. El ex director de TVE supo exprimir la tecnología televisiva actual (incluso colgó a operadores de cámara por los aires) para lograr una coreografía perfecta de planos o, de lo contrario, el espectador se hubiera perdido en el amasijo de cosas que estaban pasando en el Estadio. Lo consiguió. También hubo otra gran aparición estelar española: la familia Alcántara hizo un pequeño cameo. Y es que se utilizó un fragmento del primer capítulo de Cuéntame, en una proyección sobre una especie de casa que apareció en escena, para éxtasis de las comentaristas María Escario y Paloma del Río.

Pero la ceremonia olímpica de 2012 fue sobre todo un spot colonizador de cuatro horas de duración. La gala se podía haber llamado ¡Qué guapos somos los británicos!. A diferencia de Barcelona'92, no hubo hueco para la reflexión social más crítica, sólo hubo pompa y autohomenaje. Ellos pagaban el sarao. Ellos podían. Ellos nos enseñaron diez claves de su mundo:

UNO. Los ingleses aún no se han dado cuenta de que Mary Poppins, en realidad, da mucho miedo. Y disfrutan viendo caer cientos de ellas del cielo. Lo hacen para salvar a unos niños que no pueden dormir. Normal, porque están sobre unas camas que desprenden luz. ¡Así no hay quién concilie el sueño!

DOS. Los ingleses están enamorados de David Beckham, a pesar de todos sus tatuajes y de su mujer. Le idolatran aunque conduzca temerariamente por el Támesis con una antorcha olímpica y, encima, lo haga vestido. Algo que ya casi nunca acostumbra.

TRES. Los ingleses no saben lo que es ritmo televisivo. Podrían haber desarrollado los montajes de su ceremonia en la mitad de tiempo y con la misma espectacularidad, pero ya que se pusieron... lo alargaron a más de cuatro horas como si fueran un programador de Telecinco.

CUATRO. Los ingleses se emocionan viendo a Paul MacCartney cantar Hey Jude. Lógico, fue brutalmente emocionante. Una pena que, en realidad, no estuviera el ex Beatle y en su lugar cantara una señora británica con una tonelada de maquillaje. ¿No era él, verdad?

CINCO. Los ingleses tienen una Lina Morgan particular. Se llama Mr Bean y aportó el humor británico en estado de gracia a la ceremonia. Sólo el bueno de Bean lo podía lograr con esa perfección cómica tan cómplice siempre con el espectador, sea británico o no.

SEIS. Los ingleses aman a su Reina Isabel, sobre todo porque es capaz de leer el discurso de apertura de los Juegos Olímpicos mientras duerme.

SIETE. Los ingleses inventaron Internet. Bueno, no todos. Anoche homenajearon al creador que se apuntó el tanto: Tim Berners-Lee. Aunque, eso sí, cuando le vimos aparecer, sentado en su despacho en el centro de la ceremonia, descubrimos que él aún no tiene un ordenador con pantalla plana. Lástima. Pero tenía explicación: era una computadora similar a la original con la que desarrolló las tres W en 1990.

OCHO. Los ingleses, son ingleses. Y por eso no saben hacer el efecto cinematográfico denominado La Noche Americana (rodar con un filtro para que parezca que es por la noche cuando, en realidad, es de día) y no nos colaron que las últimas escenas pregrabadas en helicóptero, con James Bond y la Reina Isabel sobrevolando el Estadio Olímpico, estaban realizadas a plena luz del sol. El truco cantaba demasiado. Pero será que la Reina no quería tirarse con el paracaídas en directo. Era poco fino.

NUEVE. Los ingleses si quieren que algo suceda más rápido plantan unos tamborileros en fila. Así lo hicieron en el transcurso del interminable desfile de los olímpicos. La estrategia no falló. Los cientos de deportistas iban raudos al ritmo de los tambores. Y los espectadores terminamos con la cabeza como un bombo.

DIEZ. Los ingleses no conocen a Cobi. No hubo rastro de mascotas ñoñas en la ceremonia. Lo más parecido que hubo a una mascota es cuando apareció sigilosamente, leyendo un libro de Peter Pan, la creadora de Harry Potter, J. K. Rowling.

@borjateran

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