OPINION

Carlos Larrañaga, adiós al galán que encarnó al mítico Adolfo Segura en 'Farmacia de Guardia'

CARLOS LARRAÑAGA
CARLOS LARRAÑAGA

Galán con actitud de galán las 24 horas del día. Así era Carlos Larrañaga, el actor, de 75 años, que ha fallecido en Benalmádena tras complicaciones por la descompensación cardiaca por la que tuvo que ser ingresado la pasada semana.

Hombre de teatro, cine y televisión, llegó a trabajar con Cary Grant, Sophia Loren y Frank Sinatra en Orgullo y Pasión (1957) y memorables son los Estudios 1 en los que participó, como El sí de las niñas (1970) o Don Juan Tenorio (1970), su escalofriante paso por las Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador o su aparición en Verano Azul (1981), donde interpretó al padre de Desi.

La última vez que le vimos en televisión fue anunciando una marca de clínicas dentales. No parecía él. Poco antes, había participado en la película Los muertos no se tocan, nene (estrenada en noviembre de 2011) y en la ficción de Canal Plus ¿Qué fue de Jorge Sanz? (2010). Estas colaboraciones fueron la guinda a una palpitante trayectoria profesional en producciones de la talla de Curro Jiménez (1978), Diego Acevedo (1966), El tercer rombo (1966), Los gozos y las sombras (1982)o Goya (1985), entre otras. Tampoco hay que olvidar la frustrada serie que protagonizó en Telecinco, Señor Alcalde (1998).

Aunque, en nuestra memoria, su extenso currículum siempre quedará marcado por su papel del pícaro Adolfo Segura en Farmacia de Guardia (1991-1995), la inolvidable telecomedia de Antonio Mercero.

En esta serie, Mercero supo dirigirse al espectador con una destreza pasmosa y toneladas de empatía, sin necesidad de ejecutar triples saltos mortales en puestas en escena. Farmacia de Guardia se rodó siempre en el mismo decorado, en el mismo plató: el Estudio 3 de Antena 3, lugar donde años después se realizó El diario de Patricia (con y sin Patricia).

No hacía falta más que una calle de cartónpiedra, el mostrador de una farmacia y una rebotica para contar historias con humor y emoción, y una coreografía de planos bailando al ritmo del buen gusto. Vale, era un ritmo lento, imposible en la tele de hoy, pero mimado por la manipuladora mano del maestro Mercero.

Una serie redonda que, como no podía ser de otra forma, se consumó con un final también redondo. Sucedió el 28 de diciembre de 1995 ante un 62,8 por ciento de share. 11.527.000 espectadores vieron a Lourdes y Adolfo, Concha Cuetos y Carlos Larrañaga, salir por la puerta de atrás de la rebotica y en la verja cerrada de la farmacia sustituir el cartel de “cerrado por boda” por otro…

En ese momento, los dos protagonistas se marcharon y el zoom de la cámara se acercó al nuevo papel pegado en la puerta, mientras se elevaba el volumen de la música de fondo compuesta por Bernardo Bonezzi, también fallecido este jueves. La melodía es utilizada para impulsar las teleemociones. Entonces, el público descubrió el gran mensaje final de la ficción.

Fue la última y medidísima imagen de despedida de Farmacia de Guardia. Fue televisión inmortal, de la que se clava para siempre en las retinas de generaciones. Quizá, por eso mismo,  recordar este instante puede ser la mejor forma de decir hasta siempre al galán que fue galán las 24 horas del día, a Carlos Larrañaga.

http://www.youtube.com/watch?v=mrNairK8nIA[embed]

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