OPINION

¿Perderá frescura la nueva etapa de ‘Pesadilla en la Cocina’ de Chicote?

Chicote Pesadilla en la cocina EL BODEGON
Chicote Pesadilla en la cocina EL BODEGON

La primera temporada de los programas de telerealidad siempre cuenta con un plus de espontaneidad, pues la mayoría de los protagonistas no son conocedores de las características reales del formato al que se enfrentan.

Así sucedió con los virginales Gran Hermano, El Bus o Operación Triunfo. Ahora, Alberto Chicote también puede sufrir esta contraindicación: sus víctimas ya saben donde se meten, lo han visto por la tele. Limpiarán mejor sus cocinas, vaciarán los lavavajillas de simpáticos ratones muertos (ejem) e intentarán camelar al propio Chicote, con la ventaja añadida de que han podido estudiar sus puntos fuertes y débiles.

Los restaurantes que pasan por Pesadilla en la cocina se juegan mucho. Han visto que algunos de los negocios más conflictivos (y nauseabundos) que han participado en el show ya han cerrando, como pasó con El Castro de Lugo. Pero también han descubierto que este formato puede ser una plataforma publicitaria perfecta si muestra una emocionante historia de superación de problemas y aprendizaje de errores.

En las nuevas grabaciones, Alberto Chicote lo tendrá más crudo para que sus participantes derrochen el espectáculo de la espontaneidad televisiva. Los protagonistas vendrán más resabiados del formato e intentarán ser auténticos actores para camelar al público.

Por suerte para La Sexta, el equipo de la productora del formato, EyeWorks-Cuatro Cabezas, buscará dar con el giro de guion imprevisible para seguir atrapando a los espectadores y evidenciando a las víctimas. En esto último son expertos máximos. Con ¿Quién quiere casarse con mi hijo? lo han demostrado. Y en Pesadilla en la cocina la postproducción es clave. Los trucos de la sala de montaje consiguen que pocas realidades se le resistan al carismático chef Chicote.

EN EL CAPÍTULO DE HOY (A LAS 21.30h)...

La nueva entrega de Pesadilla en la cocina se traslada a Guadalajara, concretamente a El bodegón, un mesón taurino. Un restaurante que está regentado, desde hace diez años, por una pareja que ha visto cómo en los últimos tiempos su negocio ha ido empeorando hasta alcanzar unas pérdidas que lo hacen prácticamente inviable. Durante mucho tiempo funcionó sin problemas pero, ahora, está en la cuerda floja. El problema: la tiranía que, desde que comenzaron las dificultades, ejerce el dueño con sus empleados, sus proveedores, su negocio y, también, con su matrimonio.

Y ADEMÁS…

¿Por qué nos engancha tanto ‘Pesadilla en la Cocina’?

El Castro de Lugo, cerró. 

¿Quién es Alberto Chicote?

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