El fin de los presentadores de raza

Con el fallecimiento ayer de Constantino Romero, casi podría decirse que se pone fin a una saga de profesionales que sabían interpretar a la perfección la poliédrica labor de un presentador. Atrás queda aquella fructífera televisión que apreciaba las formas y el fondo; la televisión que valoraba la experiencia previa en las ondas radiofónicas; la pequeña pantalla que creía en la personalidad por encima del físico.

Joaquín Prat, Jordi Estadella y el propio Constantino Romero resumen ese carisma cómplice que nos regaló tantos momentazos televisivos. Por eso mismo, terminaron siendo como de la familia, nuestra familia. Los tres incluso protagonizaron un divertido pique musical en el mítico Un, dos, tres... responda otra vez. Lo hicieron interpretando una canción con letra ideada para la ocasión, con ayuda de la ironía de Chicho Ibáñez Serrador, y que, veinte años después, sigue dando en la diana a la hora de mencionar cualidades que debe tener un comunicador para triunfar presentando un concurso de televisión.

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Tres grandes presentadores reunidos, tres comunicadores que trabajaron en igualdad de condiciones, inmortalizados juntos en este vídeo que nos deja con un agridulce sabor de boca. ¿Volveremos a tener presentadores así de rotundos? ¿Maestros de ceremonia con esta presencia abrumadora ante la cámara y capaces, por sí solos, de convertir en éxito un programa? ¿Por qué hoy abundan tanto los profesionales correctos pero que terminan presentando siempre igual? ¿Es cosa del pasado esta estirpe de comunicadores con escrúpulos y que jamás tuvieron necesidad de traspasar la barrera del morbo para llenar la pantalla?

De esa escuela, permanece Jose María Íñigo (quien volverá a ser la voz de Eurovisión el próximo sábado),  y alguno más. Esperemos que por muchos años. De los "nuevos", con programa en emisión, quizás sólo se mantiene Carlos Sobera. Que las cadenas apuesten ya por las próximas generaciones, por favor. Ya están cogiendo tablas en la radio... y en Internet. Hay mucho talento por descubrir.

Y ADEMÁS...

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