OPINION

Así fue la destacada carrera profesional de Concha García Campoy

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La periodista falleció el pasado 10 de julio, a los 54 años.

No hacía falta mirar de frente al televisor para saber que estaba ahí. La voz de Concha García Campoy siempre fue tan reconocible como magnética. Su perfecta dicción y su claridad absoluta a la hora de explicar las noticias hicieron que Campoy revolucionara el periodismo con la transparencia de la palabra exacta.

Fue la número uno de su promoción en las oposiciones a los servicios informativos de TVE en 1983. Primero se incorporó al centro territorial de Balerares, pero pronto saltó al Telediario de la sobremesa. El 7 de enero de 1985 se estrenó en La 1. A su lado, Manuel Campo Vidal, su amigo.

Algo empezaba a moverse en los estáticos servicios informativos de TVE. Los presentadores de las noticias habían dejado de ser bustos parlantes, ya participaban en la edición de las noticias. Arrancaba en la televisión pública una generación prolífica, con un porvenir de prestigio, credibilidad y oficio. María Escario, Rosa María Mateo, Luis Carandell, Paco Lobatón o Ángeles Caso completaban un equipo de periodistas que cambió para siempre TVE.

Concha compaginó su etapa en el Telediario con la dirección de Las mañanas de Radio 1, de RNE. Pero, en 1987, protagonizó un fichaje estrella de la Cadena Ser. Campoy puso en marcha A vivir que son dos días. Por primera vez, se apostaba por un magazine diferente, distendido y relajado en las mañanas del fin de semana de la radio nacional.

Concha se especializó en las ondas, aunque nunca dejó de coquetear con la pequeña pantalla. De hecho, en TVE adaptó el formato francés de TF1 7 sur 7 (1981-1997). Lo hizo bajo el nombre de Mira 2 y como codirector se encontraba su exmarido, el sociólogo Lorenzo Díaz. Por el plató del programa en Torrespaña pasaron personalidades de la talla de Jorge Semprún o Francisco Tomás y Valiente. Un espacio que, lejos de debates de trinchera, demostró que reputados personajes podían compartir su visión de la actualidad a través de un programa de televisión y de forma sosegada. Claro, era La 2. Era Mira 2.

A pesar de su vuelta a la tele, nunca dejó de lado la radio, su radio. Pasó prácticamente por todas las emisoras. Desde la desaparecida Antena 3 Radio hasta Onda Cero, donde dirigió  La Brújula u Hoy es domingo.

Aunque fue en 1999 cuando arrancó en la televisión uno de sus programas más recordados: La gran Ilusión, el mítico contenedor de cine de Telecinco.

Años más tarde, volvería como la gran apuesta matinal del nuevo canal de PRISA: Las mañanas de Cuatro, donde intentó realizar un magazine desenfadado en la tele roja que contó con colaboradores como Gonzalo Miró. No terminó de cuajar.

Con la fusión de Telecinco y Cuatro, Concha dio el salto a la cadena de Paolo Vasile. Allí vivió su última etapa profesional como presentadora del informativo matinal de Telecinco, trabajo que compatibilizó como portavoz de la prestigiosa Academia de TV, la institución que preserva la memoria y salud de la tele, que le concedió el premio Joaquín Soler Serrano en febrero.

El pasado mes de noviembre llevó las riendas de la gala de los Premios Talento de la Academia de la TV, en la sede del Instituto Cervantes de Madrid. En esta ceremonia, demostró la vitalidad de siempre, la voz de siempre, la rapidez de siempre, la fuerza de siempre y la ilusión de siempre.

http://www.youtube.com/watch?v=U1sqL2ZlOrE

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Gracias a las imágenes del archivo de Alejandro Macías.

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