OPINION

La terapia de Lucía Etxebarría tras su polémico paso por Telecinco

Lucia_Etxebarria-Salvame
Lucia_Etxebarria-Salvame

Lucía Etxebarría aceptó la oferta económica del reality Campamento de Verano para poder zanjar su deuda con Hacienda. Lo que quizá no sabía la escritora es que participar en un espacio de estas características abría la veda para despedazar su reputación de forma indefinida en los platós.

Y es que la ganadora del Premio Planeta se atrevió a entrar en el reality más obsceno de los últimos tiempos. Un formato improvisado para el verano, que no está ni a la altura de Telecinco, pues, a diferencia de otros espacios del mismo género, este programa ya ni intenta justificar su existencia a través de algún elemento positivo, como la superación en Supervivientes o la comedia en Hotel Glam. En Campamento de Verano sólo existe un protagonista: el conflicto sin ningún tipo de escrúpulo.

En esta vorágine de morbo prefabricado, nada más entrar en el cámping, Lucía Etxebarría ya se transformó en el bicho raro perfecto para el éxito del programa. Era el único concursante sin experiencia en los quehaceres de la telerrealidad. Y, claro, los participantes fueron a por ella. Era diferente, novata, débil y, encima, culta. Prueba superada: la literata fue derribada emocionalmente. Así que, tras varios amagos, Etxebarría decidió abandonar la aventura sumida en una crisis nerviosa. No pudo aguantar las tretas de sus compañeros expertos en los bajos fondos de la telebasura.

No obstante, a Etxebarría aún le quedaba otra 'obligación tácita': acudir a Sálvame Deluxe. Allí, el viernes, vivió una de las entrevistas más bochornosas y vergonzosas de la televisión de los últimos años. Droga dura. Los colaboradores, con una especie de complejo de inferioridad indómito, fueron directamente a por la cabeza de Lucía Etxebarría. Lo más bonito que le dijeron fue 'loca'. Sin argumentos, sin coherencia, como es habitual en este magazine, intentaron acorralar a la invitada con una agresividad insultante. Lo consiguieron. De hecho, Etxebarría entró en una crisis de ansiedad, en directo, que cualquier otro programa hubiera cortado rápidamente. Todo lo contrario de lo que sucedió en Sálvame Deluxe, que potenció el sufrimiento de la entrevistada para arañar unas décimas de manchada audiencia.

Lucía suplicaba poder irse del plató. Lo hacía en un estado anímico no apto para ser emitido. Pero nadie cortaba. El primer plano de dolor de Etxebarría era constante (entremezclado con un contraplano de Kiko Hernández que no podía disimular una media sonrisa durante el sufrimiento ajeno). Fue la televisión sin escrúpulos en su máxima expresión, y con una irreconocible Terelu Campos como maestra de ceremonias, que no dudó en saltarse cualquier mínima ética profesional para no perder su puesto de trabajo como sustituta veraniega de Jorge Javier Vázquez.

¿No sabía Lucía Etxebarría a qué se enfrentaba cuando decidió acudir a un formato de los creadores de Sálvame? Probablemente, la escritora pensó que podría controlar la situación, llevarse la pasta y salir ilesa. Aunque, ya dentro, vio que aquello no era tan fácil y que los conflictos del programa le afectaban de verdad. El show de las cobayas humanas pudo con ella.

Pero, en plena resaca de su noche en Sálvame, Etxebarría ya ha hablado en su blog de esta experiencia: "Puedo aconsejar a cualquier persona que haya sufrido ACOSO. Y sí, se llama acoso, y si Telecinco me demanda por decirlo, vayamos a juicio, porque yo llevaré a una batería de psicólogos y abogados que certificarán que lo que digo es verdad", ha sentenciado la escritora que, además, aconseja a las personas que vivan alguna situación parecida: "Aléjate del foco tóxico inmediatamente, es lo que he hecho yo y creo que es lo mejor que he podido hacer".

También en su blog aprovecha para atacar a sus compañeros y evidenciar que no todo lo que sucede en el programa es puramente real. Eso sí, sin dar nombres. "Podría contar qué concursante se está metiendo OMIFIN, un medicamento que se utiliza en tratamientos de fertilidad, pero que algunos usan para conseguir un aumento en la producción natural de testosterona y por lo tanto de los músculos. Uno de los efectos secundarios del OMIFIN es la agresividad".

Asimismo, embiste contra otro de los participantes del reality: "Podría explicar qué concursante es adicto o adicta a los tranquilizantes hasta el punto de que organizó un pollo descomunal  porque no le traían la maleta en la que tenía sus pastillas, y por qué por esa razón el síndrome de abstinencia le creaba agresividad (...) Podría seguir y seguir… Y cada vez que fuera a plató a contarlo me pagarían probablemente, el cuádruple que lo que cobró al mes por escribir dos artículos para La Vanguardia.", concluye la autora de Liquidación por derribo.

Parece que Etxebarria ya ha empezado la terapia de desahogo en su blog personal para superar esta mala vivencia televisiva. Aunque, puestos a ser positivos, quizá debería escribir directamente un libro titulado "Desmontando un reality de verano". Más de uno se pondría a temblar.

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