OPINION

Buenafuente, en busca de la resurrección de los 'late night'

BUENAFUENTE-Y-RAJOY
BUENAFUENTE-Y-RAJOY

Analizamos el auge y declive de este género televisivo.

Buenafuente quiere recuperar los programas de late night. De hecho, ya está en negociaciones con La Sexta, según ha desvelado Megatele. No será fácil este regreso, pues el cómico sufre el estigma de que sus últimos shows no fueron competitivos en audiencias. Tampoco aportaron nada nuevo a nivel televisivo. Deberá romper ahora estos prejuicios para lograr convencer a la dirección del canal verde con un formato que sorprenda.

¿Reinventará Buenafuente el género del late night? Este tipo de espacios era el aliciente para terminar el día ante el televisor. Derrochaban creatividad, personalidad, desparpajo, comedia desatada y transgresión. La hora de emisión lo favorecía. Cada temporada, las cadenas cuidaban esta franja con fichajes estrella y luchaban por liderar las últimas horas de la jornada con programas que "rompieran moldes". Y justo, eso mismo, "romper moldes", era el secreto de su triunfo.

Pero desaparecieron, la crisis terminó con ellos de un plumazo: la inversión publicitaria más rentable ya no llega a las horas más trasnochadoras de la parrilla televisiva, donde predominan anuncios baratos de productos menores. Las cadenas dejaron de apostar, por tanto, en nuevos proyectos para esta franja y nuestra televisión se quedó huérfana de late nights diarios.

Buenafuente fue el último en realizar un programa de estas características. Aunque no es el que tuvo más éxito. Esta noche cruzamos el Mississippi y Crónicas Marcianas son los más recordados, los que crearon tendencia y trajeron a España la fórmula que tanto triunfaba en Estados Unidos aunque dándole un toque muy made in Spain: con más crónica negra, corazón salvaje y una tonelada de comedia surrealista. Su éxito fue tan demoledor como polémico. Y es que lograban que la audiencia esperara hasta última hora de la noche para ver con qué nos asombraban.

Las cadenas no sólo pagaban cantidades astronómicas a los presentadores, también a colaboradores e invitados, que pisaban aquellos platós y entraban al trapo de cautivar o dar grima. Todo en pos del espectáculo. Al día siguiente, eran protagonistas de los comentarios en oficinas, universidades y ascensores, y a la gente no le importaba lucir las ojeras propias de haberse quedado enganchados al show hasta muy tarde.

Francis Lorenzo, Máximo Pradera, Jesús Vázquez, Jordi González, Carolina Ferre, Santi Millán, Buenafuente… En los años de bonanza económica, muchos pelearon en late night por conseguir los mismos shares que El Mississippi o Crónicas Marcianas. Y los directivos de las televisiones no escatimaban en platós espectaculares y escenografías efectistas.

No obstante, pocos lograron dar con la fórmula del late night genuino. Quizá, por ello, estos formatos dejaron de interesar al público y a los anunciantes, y se ha decidido tirar la toalla en esta franja, que ahora, mayormente, se cubre alargando hasta las dos de la madrugada lo que se emite en prime time, para así, de paso, elevar el dato de audiencia del programa principal: a fuerza de estirar los formatos hasta un horario de menos competencia.

En cambio, en otros países, como Estados Unidos, los late night siguen congregando el interés del público y constituyendo unos de los pilares estructurales de la programación de las cadenas. ¿No podría volver a ocurrir lo mismo en España si nuestras teles de verdad se esforzaran por encontrar programas chispeantes y adictivos que consigan de nuevo que a la audiencia le cueste irse a la cama? Ahí está la clave: encontrar un show que consiga arañar la última ilusión del espectador antes de finiquitar su día.

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