OPINION

Belén Esteban regresó a 'Sálvame': éxito y fracaso del morbo nacional

BELEN ESTEBAN REGRESO 2013
BELEN ESTEBAN REGRESO 2013

El programa rompió el share con un 25.7% y 3.113.000 espectadores, su mejor dato de los últimos cuatro años.

Belén Esteban ha regresado a la televisión, tras siete meses alejada de Sálvame. Y en Telecinco, como es habitual, han sabido crear un adictivo acontecimiento alrededor de tal evento. Incluso el pasillo central de los Estudios de Mediaset fue iluminado para la ocasión: una psicodélica luz anaranjada acompañó la entrada de la Esteban. La emoción estaba servida. Los retornos cíclicos de la 'Princesa del Pueblo' son infalibles.

Ya en el plató, Jorge Javier Vázquez realizó la entrevista inicial con su brillante acidez, que hizo más cómplice el reencuentro. Pero luego llegaron los colaboradores. Y se repitió la historia de siempre. De hecho, parecía que todo lo habíamos vivido ya antes.

Sólo dos novedades importantes. Belén comunicó al público que está limpia (lo hizo al grito de "¡ya he salido del túnel!") y, además, que anunción, varias veces, que contaba con un valioso consentimiento para destapar trapos sucios: "estoy autorizada por mi hija Andrea Janeiro". Una menor autorizando a su madre... es el mundo al revés de un culebrón que parece estancando en el tiempo. Un éxito televisivo que, al intuir los problemas latentes que sufre Esteban, es un fracaso del morbo nacional.

UNA HISTORIA QUE SE REPITE (UNA VEZ MÁS)

La vida de la ex de Jesulín de Ubrique ha resultado infalible durante casi dos décadas: la audiencia se sintió identificada con el relato de una chica de barrio que había sido abandonada a su suerte, con una niña en brazos, por un famoso torero. Su evolución personal y física, sus amoríos, su despecho, sus constantes separaciones y su incontrolable verborrea populista convirtieron a Belén en el alma de la telenovela perfecta, capaz de tumbar cualquier programa de la competencia. Belén Esteban dejaba de ser persona para transformarse en un producto televisivo que estaba por encima de sí misma.

Belén ha vendido todo en televisión y en las revistas del cuore. Sus ingresos han sido desorbitados. Tanto ha llegado a facturar, que incluso ella misma se denominó artista. Y, lo peor, no lo dijo en broma: se lo había terminado creyendo.

Su trayectoria pegó un impulso cuando, tras años controlada por El programa de Ana Rosa, Belén Esteban fichó por Sálvame. En el popular espacio de JJ Vázquez, el fenómeno explotó a lo grande: no dudaron en hacerle creer ‘copresentadora’, y su ego engordó de forma descomunal, sintiéndose en gran medida responsable del éxito de audiencia de este espacio de Telecinco.

Sus salidas de tono eran perfectas para el show y la fórmula parecía no encontrar el desgaste. La gente no se cansaba de su “princesa”. Y el programa utilizaba “belenazos” constantes (es decir, supuestos escándalos alimentados por sus colaboradores durante días y días) para derribar a sus competidores directos.

Los “belenazos” siempre son sobre los mismos temas, claro: Jesulín, su hija, la Campanario, los padres de la Campanario, vacaciones en Benidorm (esto último marca mucho)... Así sucedió anoche. Por no hablar del gran "belenazo": la aparición de la Esteban con cara nueva tras su operación de cirugía estética. Fue récord histórico de audiencia.

De esta forma, hemos ido viendo muchos giros de guion en una repetitiva trama que la audiencia ha esperado con ganas, pues esta historia tiene el plus de que es real. Y la Esteban se ha convertido en parte intrínseca de la sociedad española sin darnos cuenta.

Pero, probablemente, Belén Esteban no ha sabido asimilar la millonaria fama que le dio la pequeña pantalla. No estaba preparada. Se lo creyó y, de la mano de la desmedida popularidad, quizá vinieron otros elementos tóxicos que cambiaron el perfil del personaje llano para siempre.

¿VÍCTIMA DE SU PERSONAJE?

Anoche, regresó visiblemente recuperada en otro programa más que vendía su resurgimiento. Pero no dudó en volver a entrar al trapo en el arte de airear su vida y la de su hija. Asimismo, es curioso como reconoció que estaba preocupada por el dato de audiencia que iba a generar su reaparición. Parecía tener miedo de no cumplir las expectativas de los responsables del show.

Y es que la televisión también puede crear un problema de adicción. La persona debe estar por encima del personaje, porque los personajes en la pequeña pantalla siempre están condenados a erosionarse en el tiempo. Y más si son víctimas de los programas que juegan con las miserias de las vidas ajenas.

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