Los niños son imprevisibles. Su espontaneidad está por encima de campañas publicitarias millonarias. Y Jimmy Kimmel lo ha sufrido en su popular show de la televisión norteamericana.
El presentador, como si se tratara de una prueba de ¿Qué apostamos?, invitó al resabiado niño Arden Hayes, de sólo cinco añitos, a su programa en directo. Allí, el pequeño debía responder preguntas para dejar anonadada a la audiencia gracias a sus increíbles conocimientos en geografía. Así fue. Se sabía todas las cuestiones.
Y llegó la hora del premio a su talento: un rompecabezas y una tablet Sony Xperia Z. El showman Kimmel, por supuesto, vocalizó bien el nombre de la tableta. ¡Sony Xperia Z!. Había que consumar bien la campaña publicitaria. Pero, de repente, todo se desmoronó cuando el niño rechazó su regalo y, encima, soltó que prefería un iPad que se iba a comprar por Navidad.
La campaña de Sony se tornó en publicidad gratis para Apple. Y Kimmel reaccionó con una entrañable risa algo nerviosa. La franqueza de los niños es así... no entiende del negocio televisivo, aunque sí de marcas.
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