OPINION

'¿Quién quiere casarse con mi madre?', cuando la realidad se convierte en una delirante ficción

quien quiere casarse con mi madre
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El formato 'tróspido' se despidió ayer de Cuatro.

Terminó el año más tróspido de Cuatro. Tras Un principe para Corina y ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, anoche concluyó ¿Quién quiere casarse con mi madre?, la última reinvención del género.

La versión más madura del formato que busca campanas de boda colgaba el cartel de 'fin' después de una temporada breve de cuatro capítulos, ya que este programa sólo fue ideado para estirar el éxito del show de Luján  Argúelles hasta Navidades y, así, no dejar colgado a Cuatro sin uno de sus prime times más potentes .

7.7 por ciento de share y 1.343.000 espectadores consechó ayer la despedida de ¿Quién quiere casarse con mi madre?. Sin embargo, a pesar de su alma de cabareteras, las mamás han alcanzado menos éxito que los retoños, pues las delirantes aventuras de las veteranas no conectan tanto con la legión de jóvenes fieles al movimiento tróspido. Y eso que el programa ha sabido equilibrirar la balanza para que no se les envejecieran demasiado los participantes, ellas y ellos (los candidatos). Tanto que, al final, QQCCMM ha sido un escaparate de maduros con una especie de síndrome de Peter Pan de discoteca poligonera.

No obstante, aunque el programa ha sufrido esta debilidad, ha aguantado bien la batalla de las audiencias y ha logrado su objetivo: : la experiencia colectiva del chascarrillo tuitero, la risa tonta y la evasión pura y dura. Que buena falta nos hace.

La televisión tróspida pasará a la historia de la pequeña pantalla como una exitosa telecomedia vendida como reality, donde la realidad ha sido precisamente lo de menos. De hecho, cualquier parecido con la realidad ha sido pura coincidencia. Y esa es la gracia del programa: los responsables del formato han sabido dibujar, a partir del cásting, unos personajes tan absurdos como genuinos con ayuda de un buen guion, una excelente selección musical y un elaborado montaje.

Un género reinventado por la productora Eyeworks-Cuatro Cabezas que nos ha recordado que el ‘boca a boca’ de la gente es el mejor marketing que esconde la televisión y, además, que este tipo de espacios son perfectos para la 'generación twittera' que, aunque aún es sólo una minoría de la audiencia tradicional, para Cuatro es un interesante segmento de público que puede ser muy rentable para recuperar con fuerza su imagen de cadena urbana, joven y distendida.

Eso sí, es el momento de dar un descanso al formato o se agotará la fórmula por sobreexplotación. Será en primavera cuando retorne Un príncipe para... 

Con o sin Corina. Con madres o con hijos, la teletróspida ha dado un paso más allá en las reglas del espectáculo catódico gracias a su talento a la hora de deformar la realidad sin miedo a sacar de contexto las imágenes, con tal de alcanzar la más sonora de las carcajadas. Es la televisión que convierte la realidad en una creativa telecomedia.

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