OPINION

Mario gana 'MasterChef Junior': claves del éxito de un programa de mayores hecho por niños

masterchef junior mario ganador
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Mario, logroñés de sólo 12 años, ya es el primer MasterChef Junior de España. Ha ganado 12.000 euros, para invertir en formación, y una experiencia televisiva que digerir. Su última receta: cocochas de bacalao al pilpil con berberechos conquistó el paladar del jurado y, con ella, adelantó a Ana Luna, que quedó segunda con un magret de pato con cuscús y salsa de frutos rojos.

Recetas sofisticadas, para niños que no superan los doce años. Así ha sido MasterChef Junior, el programa con el que TVE recuperaba en su horario de máxima audiencia una competición de chavales jugando a ser adultos. Esto en principio causó algunas reticencias, pero los responsables del espacio han jugado bien sus cartas: la verdad que transmiten los pequeños ha ganado cualquier especulación sobre una posible utilización de menores en la pequeña pantalla

El programa, que requiere varias semanas de montaje de imágenes, ha explicado a la perfección que los niños lo estaban viviendo como un juego. Aunque tampoco faltó el sufrimiento de una competición de estas características. Hubo resignación, nervios y lloros, que la realización del show dulcificó a través de músicas épicas y calculados planos de abrazos, sonrisas y susurros, donde los perdedores casi parecían ganadores de cada programa... ya que recibían un aluvión de regalos.

Y es que MasterChef Junior ha sido un éxito de audiencias (la final lideró con un 21.7 por ciento de share y 4.387.000 seguidores), pero también un triunfo a nivel televisivo para TVE y la productora Shine Iberia. Cadena pública y productora han sabido alcanzar un máximo en la televisión: emocionar. Eso sí, los niños se lo han puesto más fácil que los mayores.

Porque el minicasting del programa contaba con los ingredientes más puros de un éxito catódico: la espontaneidad que sólo alcanza la verdad con la que habla un niño y la sorpresa colosal que genera un pequeño con tal desparpajo entre cacerolas y cuchillos. Porque no nos engañemos, lo de estos retoños no eran normal: manejan los cacharros mejor que la mayoría de los adultos. Y eso ha impresionado a la audiencia. Mucho.

Como también impresiona la destreza del montaje de imágenes de MasterChef Junior, que prima contar una historia por encima de quedarse sólo en el conflicto básico de un talent show. De esta forma, el concurso culinario de La 1 es una trabajosa coreografía de imágenes y sonidos que muestran al espectador todos los detalles: desde expresivos rostros de reacción hasta comentarios jocosos o miradas cómplices.

Todo unido va narrando una historia que consigue el equilibrio entre la imagen de niños prodigios muy repipis y la espontaneidad más genuina. Ahí está el fuerte de MasterChef Junior, que, además, ha sabido explorar con salero en las travesuras, sin complejos, de sus pequeños participantes, entre los que destacaron Aimar, Esther o el propio Mario. Ellos sabían camelarse al jurado como nadie, aunque se les hubiera caído el menú al suelo (que estaba muy limpio, claro).

LA GRABACIÓN DE LOS MINUTOS FINALES

SE RETRASÓ A ESTE SÁBADO

Con la final de ayer, Shine Iberia se perfila como una de las productoras revelación en los últimos años. Su evolución es clara. Ahora, están sabiendo conjugar muy bien la creatividad poco previsible para ganar adeptos. De hecho, aunque el programa estaba rodado desde hace meses, supieron retrasar la grabación de la última parte de la final a este sábado para evitar filtraciones y, de paso, para que estuviera más pegada a la actualidad. Algo básico en los programas de entretenimiento de televisión que algunas veces los directivos olvidan, como sucedió en Por Arte de Magia.

MasterChef Junior terminó su primera edición. Breve, pero intensa. Lo hizo con la sonrisa resabiá de Mario. Pero, sobre todo, MasterChef Junior acabó como ejemplo de un producto de entretenimiento con un buen acabado televisivo. Las ideas de Shine Iberia y la experiencia de los profesionales de TVE han consumado un formato redondo, en guion y calidad visual. Un talent show que ha sabido transmitir la esencia del género talent show: asombrar hasta contagiar al público la ilusión más genuina de sus protagonistas.

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