OPINION

'Eurovisión': la agónica búsqueda de un representante para España

RUTH LORENZO EUROVISION
RUTH LORENZO EUROVISION

Eterna. Así está siendo la búsqueda del candidato que representará a TVE, y por ende a España, en el Festival de Eurovisión 2014. De hecho, aún no sabemos ni cómo será el proceso. Y, como consecuencia, el nerviosismo aumenta entre los leales eurofans, que observan una Televisión España dubitativa, desorientada y dando síntomas de incapacidad a la hora de tomar el mando. O eso parece, a pesar de la experiencia que debería demostrar la cadena pública en estos ruedos.

De momento, ya se va a dar a conocer, por fin, cómo será el procedimiento de selección. Parece que estamos cerca de un miniconcurso que pondrá en juego varias canciones a través de la web de rtve.es. Merche se descolgó hace semanas. Roser y Angy también suenan como bajas en la pugna de celebrarse esta criba en la red. Sus candidaturas podrían cubrirse con perfiles más bajos, incluso con repescados de canteras de castings de diferentes talent show.

De esta forma, se podría alejar cada vez más la aspiración de los fieles eurofans de ver participar a Ruth Lorenzo. Después de meses de mensajes contradictorios, existe miedo en las redes sociales de que la favorita pueda quedarse fuera al no alcanzar un acuerdo con una tirante cadena pública. Lo que sería un varapalo, ya que esta cantante cuenta con la baza del masivo apoyo de los leales seguidores del festival y, también, del reconocimiento del mundo anglosajón, pues protagonizó una de las más apoteósicas ediciones del X Factor británico, donde quedó finalista. Esto último es un fuerte as en la manga para que España logre mayor repercusión en los países vecinos.. y no tan vecinos.

Sin embargo, en TVE han estado indecisos en estos últimos meses: algunos responsables de la cadena han apostado por enviar a rostros más populares. Aunque, en realidad, la historia de Eurovisión nos recuerda que este festival ha sido también una plataforma para artistas sin grandes campañas publicitarias detrás, que aprovechaban esta oportunidad con más ilusión que otros con la carrera asentada. Y es que en la segunda mitad de los ochenta, y también en los noventa, fueron muchos los candidatos que no eran famosos. Más aún, en los años en que el eurofestival se emitía por La 2 (del 84 al 92), con cierto desinterés de la audiencia.

No obstante, la época más polémica fue cuando Alfonso Guerra movía los hilos del ente y TVE mandó a Lucía en el 82, Bravo en el 84 o Cadillac en el 87. Todos eran poco conocidos aunque, eso sí, luego algunos de sus temas funcionaron con brío.

Con los noventa, también enviamos rostros más anónimos pero que terminaban despuntando. Desde Alejandro Abad (que luego se convirtió en productor de David Civera), Mikel Herzog (ex de la Década Prodigiosa), Marcos Llunas (hijo de Dyango que no quedó mal, por cierto), Anabel Conde (segunda con Vuelve conmigo) o Sergio Dalma (cuarto en Roma con Bailar pegados, que se convertiría en un superéxito).

A la vista está, por tanto, que en la historia de TVE se han enviado a muchos desconocidos a Eurovisión. Y no pasó nada apocalíptico. Pero, en los últimos meses, se ha dudado de la necesidad de que sea un artista más popular.  ¿Es ya tarde para ordenar este desaguisado? Lo veremos.

La indecisión de TVE podría concluir en un concurso exprés en rtve.es, con unos aspirantes descafeinados, con propuestas musicales más improvisadas y sin una gala en directo. Lo que supone un problema: porque Eurovisión es un concurso que busca un espectáculo completo y complejo: en personalidad propia, en puesta en escena, en canción y en voz. No ayuda nada consumar una preselección al completo en la red, sin una gala final en un estudio: en el ciberespacio es imposible medir la calidad de los participantes para triunfar en un gran escenario en directo. Un vídeo montado, con su sonido editado, es un espejismo artificial.

TVE debe cuidar al máximo Eurovisión, como el acontecimiento mediático que es. No sólo en audiencias, también como evento que acerca la cadena pública a un público potencial que ya no se identifica como antaño con la programación de la emisora. También tratando con respeto a los seguidores, que son la gasolina de la repercusión que genera este espectáculo.

Y es que, a pesar de ser menospreciado por estereotipos casposos y clichés folclóricos, el Festival de Eurovisión sigue siendo un evento rentable y vital para la salud de TVE. Porque Eurovisión es un formato televisivo redondo, ya que arrastra audiencias millonarias, fomenta una identidad de robusto canal europeo y, muy importante, impulsa la marca de TVE.

Eurovisión no es sólo un concurso musical: es uno de los grandes espectáculos televisivos del mundo: en realización, en iluminación, en imprevisibilidad y, sobre todo, en show. Un punto de encuentro vanguardista entre televisiones que nos une. Y que no deja indiferente a nadie.

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