OPINION

El último golpe de efecto de Oprah Winfrey: una clase de spinning para celebrar su 60 cumpleaños

oprah spinning
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Lo que iba a ser una gran fiesta de cumpleaños se ha convertido en una clase de spinning. Así, sudando la camiseta, Oprah Winfrey, la gran dama de la televisión de Estados Unidos, celebraba ayer su 60 años. Y lo compartía en las redes sociales.

Una vez más, Oprah daba el golpe de efecto perfecto para alcanzar titulares mundiales con este peculiar aniversario. Una fiesta deportiva que ejemplifica la carrera de la presentadora: siempre convirtiendo su propia vida en un espectáculo tan imprevisible como cómplice para la audiencia norteamericana.

"Acabo de tener el mejor cumpleaños en SoulCycle", sentenció la comunicadora que incluso compartió un vídeo en Instagram de este momento (con cinta en la frente) para celebrar seis décadas de una existencia que parece escrita por un guionista de Hollywood.

Oprah Winfrey sufrió una infancia dura y traumática, pero heredó el superpoder para la comunicación que tenía su abuela. Con sólo 19 años ya comenzó a destacar en una humilde emisora de radio de Nashville y, posteriormente, en los micrófonos de la Universidad de Tenesse, donde, por cierto, ganó diversos concursos de belleza.

Los cazatalentos de la época vieron claro su talento. La cadena de televisión de Baltimore fichó a Oprah para conducir People are talking. Tenía 22 años. Su habilidad ante la cámara era infalible.

El programa aguantó 8 temporadas en parrilla. Había nacido la estrella perfecta para la televisión norteamericana: una mujer humilde y carismática con la que una gran parte de la población se identificaba sin complejos. Su magnetismo populista no tenía precedentes.

La televisión no tardó en transformar a Oprah en un producto, perfecto y muy rentable. La presentadora se creyó su personaje e invirtió en alimentarlo. Revista propia O, The Oprah Magazine, productora propia HARPO (su nombre al revés), plató de televisión propio en Chicago, canal propio… Sus negocios facturan 165 millones de dólares al año, según Forbes.

Unos ingresos anuales que transformaron a Oprah en una de las mujeres más ricas del mundo. La historia perfecta del sueño americano, de una familia muy humilde a poseer la mayor mansión de Montecito, California.

Para algunos esta residencia es equiparable al Castillo del magnate de la prensa William Hearst, que reflejó el filme Ciudadano Kane y que es una colección de barrocos lujos de un excéntrico millonario (tenía hasta un zoo privado). De hecho, ambos domicilios, el Castillo Hearst y la Mansión Winfrey, cuentan con un curioso detalle en común: son fáciles de divisar a través de los satélites de GoogleMaps.

Oprah supo convertir su propia vida en un show. La gran showoman de la tele norteamericana, la showoman que reinventó los programas de testimonios y que con su naturalidad logró salir airosa del más difícil todavía: el espectáculo de los sentimientos.

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