OPINION

Cuatro programas que conseguirían devolver su identidad a Cuatro

EVA HACHE NOCHE HACHE
EVA HACHE NOCHE HACHE

A diferencia de La Sexta, que llegó sin una imagen de marca definida, con una programación desordenada y creyendo demasiado en las costosas grandes competiciones deportivas, Cuatro nació con una personalidad propia muy clara: dirigida a un público “urbano de clase media-alta”.

Un target que consiguió gracias a un magistral lanzamiento, en noviembre 2005, que intentó distinguir a la nueva cadena por sus contenidos innovadores y creativos, manteniendo los programas durante tres meses -fueran un éxito o un fracaso- para que la audiencia congeniara con la parrilla. Además, los responsables del primer Cuatro se permitieron huir de los manoseados tópicos y apostaron por una imagen corporativa con estilo genuino, notablemente diferenciada del resto de los canales.

Todas estas señas de identidad se transformaron, rápidamente, en unos jugosos atributos para la inversión publicitaria. Y es que Cuatro convocaba a la audiencia más atractiva para los anunciantes a través del innovador enfoque de sus espacios, cortinillas y autopromociones.

Un potente target comercial que interesó desde sus inicios a Mediaset para complementar el perfil de audiencia que estaba escapando de su televisión principal, Telecinco. De esta manera, al hacerse realidad la absorción de Cuatro por Telecinco, el Consejero Delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, declaró: “Con Cuatro no hemos comprado una frecuencia, sino una línea editorial”.

Sin embargo, esta inteligente reflexión parece que se le olvidó pronto. En los últimos años, la cadena ha perdido su enfoque al mismo tiempo que La Sexta ha ido creciendo hasta acariciar la robusta identidad de marca que no tuvo en los inicios. Es como si, en cierto modo, ambas cadenas se hubieran intercambiado los papeles (aunque La Sexta con un público más adulto).

Cuatro necesita encontrar pilares estructurales que organicen su parrilla que ahora, salvo excepciones, es poco reconocible para el espectador. La emisora necesita programas diarios que definan el espíritu de un canal que, al final, se ha transformado en la versión juvenil de la esencia de Telecinco. De hecho, el ADN de las últimas apuestas, como la serie femenina Ciega a citas o el formato de Risto Viajando con Chester, recuerdan más a la línea editorial de Telecinco que a la del canal rojo. Son resultonas en audiencia, pero dan poca identidad a la cadena.

La identidad de las cadenas también debe evolucionar con los años. Está claro. Pero Cuatro necesita formatos que potencien su atractivo genuino como una cadena urbana, cercana y algo gamberra. Una cadena complementaria y sin el síndrome de eterna secundona de su papá Telecinco.

Recuperar la esencia de recordados programas, que ya triunfaron en el canal, podría ser un buen aliciente para reencontrar el rumbo perdido. Proponemos cuatro formatos para Cuatro:

CUATROSFERA

Las mañanas del fin de semana y las huecas madrugadas estaban ocupadas por este contenedor de series y programas. Un espacio barato de producir que, en cambio, era positivo para impulsar la imagen del producto global de la marca Cuatro, pues en sus horas de duración daba cabida a contenidos alternativos que creaban esa identidad tan necesaria. Manuela Velasco y Victor Masán, en las mañanas, y Kira Miró y Johann Wald, en la versión golfa, eran los presentadores de este particular cajón desastre que, además, era una ventana a grupos musicales, arte y otras tendencias urbanas.

PASSWORD

Luján Argüelles y, más tarde, Ana Milán fueron las despiadadas maestras de ceremonias de este concurso de tarde que marcó una época. La ironía y corrosión que desprendía este formato de relacionar palabras con rapidez (abril- cerral) era un plus para la emisora. Después de años de descanso, podría volver a funcionar.

NOCHE HACHE

En la actual Cuatro faltan espacios que ordenen la programación. Han hecho varios intentos de crear una tira diaria, como el proyecto de Guasap, sin éxito. No obstante, aquel Noche Hache, con el que nació la cadena, era un buen ejemplo de esta estrategia: un show noctámbulo con presupuesto más ajustado que la competencia pero que fomentaba un modelo de empresa cómplice que daba una alternativa nocturna, crítica y cómica al espectador. Una vuelta de tuerca del género del late night puede servir para crear un Cuatro más fuerte.

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Nico Abad estuvo al frente de este concurso que daba en la diana de la nostalgia televisiva que está tan presente en el imaginario colectivo de la audiencia. Cuatro optó por dar una opción diferente en las tardes del fin de semana con producción propia. El secreto: ni era un presentador típico para un concurso, ni era un concurso al uso, ni los concursantes parecían concursantes. Esa era la clave: la televisión que con los pies en la tierra, vigilando los riesgos, no se quedaba solo en lo preestablecido.  Hacía marca. Porque en televisión, como en las bebidas de cola, la marca también es crucial. Y eso no sólo se consigue con el eslogan 'Yo soy Cuatro'.

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