OPINION

'Velvet', un final descafeinado al que le faltó emoción e intensidad

ultimo capitulo velvet
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La primera temporada de Velvet concluyó anoche con un 24% y 4.677.000 seguidores. Han pasado quince episodios desde aquel 17 de febrero, cuando la serie se estrenó con 4.853.000 espectadores. Gran parte de esta audiencia se ha mantenido fiel con el paso de las semanas, sin apenas bajar nunca de los cuatro millones de seguidores. Un éxito incontestable para Atresmedia y otro tanto que se apunta Bambú Producciones, que ha vuelto a dar en la diana con un producto muy mimado en forma y fondo.

Es un hecho que la historia de amor imposible de Ana (Paula Echevarría) y Alberto (Miguel Ángel Silvestre) engancha -.cuidado, vienen spoilers-, y todo indica que se complicará aún más en la próxima temporada tras la boda de él con Cristina (Manuela Velasco) y la aparición de un nuevo personaje, un piloto (que parecía más bien un chófer) al que da vida Peter Vives, que parece que consolará a Ana llevándola en volandas y a cámara lenta. Por no hablar de la irrupción en escena de la madre de Alberto, interpretada por la gran Ángela Molina.

En su segunda temporada, Velvet seguirá contando con los mismos ingredientes que la han convertido en atractiva para una audiencia mayormente femenina (clave para conseguir un triunfo televisivo masivo) y engordando además su ya irresistible reparto que sabiamente combina a actores jóvenes con consolidados veteranos.

Pero ojalá no se acomoden sus guionistas, porque lo cierto es que este final de temporada no ha brillado como podía esperarse y le ha faltado mucho de ese brío con el que la historia arrancó. ¿Está menos cuidado el capítulo 15 que el primero? Es obvio que sí, probablemente porque la producción ya ha entrado en una dinámica de escritura y rodaje más apresurada para cumplir los plazos de emisión (de hecho, la boda en la Iglesia de Los Jerónimos se grabó hace apenas un par de semanas).

Velvet bebe mucho de ficciones estadounidenses y de las viejas ficciones españolas rodadas en cine, pero no parece haber aprendido una de sus lecciones más básicas: un final de temporada debe convertirse en un gran acontecimiento, intenso, único, catártico. Las temporadas necesitan acabar en alto, dejarnos boquiabiertos y contando los días que faltan para que la serie vuelva. No ha sido el caso de Velvet, que ha optado por una despedida más bien descafeinada, mostrándonos además durante los créditos imágenes de la segunda temporada y muchas pistas de por dónde irán los tiros. Demasiado anticlímax.

Confiemos en Ramón Campos, productor de la serie, y su sabio equipo de cara a la siguiente tanda de episodios, que esperemos que mantengan el pulso y la atmósfera inicial de esta ficción, sin abusar tanto de las músicas ambientales que muchas veces distraen y confunden el tono de las secuencias ni regodearse tanto en esos momentos en los que Miguel Ángel Silvestre contempla su torso desnudo ante el espejo...

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