OPINION

La fórmula de presentar los contenidos de 'Aquí hay tomate' se expande por todas las cadenas

aquí hay tomate
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Aquí hay tomate cerró el 1 de febrero de 2008. Telecinco acabó con uno de sus más polémicos éxitos en pleno alboroto de críticas... y demandas. El formato terminó, pero su fórmula no desapareció del todo. Ni mucho menos, pues todo tipo de programas han hecho suya la misma forma de avanzar los contenidos de cada emisión: 'los cebos'.

Aquí hay tomate inventó efectistas cebos que servían de dinamizadores ganchos del programa. No sólo adelantaban con astucia los contenidos que faltaban por llegar al espacio, sino que además daban ritmo a la escaleta  y otorgaban a cada emisión el nervio necesario para dejar pegado al espectador a la pantalla.

Muy sensacionalistas, cualquier parecido con la realidad casi era una coincidencia en estos vídeos que se permitían todas las licencias con tal de dar un paso más allá en la tensión conspiratoria del informativo cotilla.

Ahora, estas eficaces 'piezas' se han expandido, como un virus, por todas las cadenas y por prácticamente todos los géneros televisivos. No sólo en espacios como El Programa de Ana Rosa, Sálvame o, por supuesto, Cazamariposas, heredero más evidente en la manera de presentar los temas de Aquí hay tomate.

También, estos vídeo-gancho, se han incorporado en  formatos de actualidad, como Deportes Cuatro, El Chiringuito de Jugones, Las mañanas de Cuatro e, incluso, en espacios informativos.

De hecho, Más vale tarde de La Sexta regala a su audiencia, cada tarde, constantes cebos: unos más serios, algunos más irónicos y otros más morbosos, como esta semana con el delicado tema del secuestrador de Ciudad Lineal.

La lista de programas con cebos es larga. Muy larga. Es lo que nos dejó 'El Tomate', la televisión que, para atar la atención del espectador, incorpora los lenguajes de la tómbola a la información.

Los temas a abordar se venden con promociones refulgentes que no escatiman en rotulación, músicas, titulares rimbombantes y edición frenética. El objetivo: enganchar la atención de la audiencia aunque sea deformando vídeos a golpe de montajes provocadores. Todo sea por la era del infotainment, cuando la línea que separa los géneros de información y espectáculo se desvanece.

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