OPINION

'Hermanos': una oportunidad perdida de crear una serie de referencia

hermanos telecinco
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Anoche, tras un largo tiempo esperando su turno de emisión, Telecinco estrenó al fin Hermanos, flamante nueva apuesta de ficción con muchos alicientes a priori: reparto poderoso (Antonio Velázquez, María Valverde, Álvaro Cervantes, Elvira Mínguez, Carlos Hipólito, Fernando Cayo y Aura Garrido entre otros), un director bien probado por la cadena (Salvador Calvo, artífice de éxitos como La duquesa o Niños robados), una historia atractiva con principio y final (sólo seis capítulos), una factura visual prometedora y una ambientación aparentemente de lujo para narrar un un triángulo amoroso a lo largo de los últimos treinta años en nuestro país.

El trabajo de promoción, muy bien hecho como de costumbre, resultó eficaz y el capítulo fue visto por 15.9 por ciento de cuota y 2.615.000 espectadores. Lideró, aunque sin destacar. Y es que, ¿cumplió Hermanos todas las expectativas? El primer episodio es correcto en general. Como se podía prever, hay buenas intenciones por doquier, fotografía con juegos de luces propios de estos tiempos de alta definición y geniales interpretaciones, con mención especial para un magnético Álvaro Cervantes, uno de los mejores actores de su generación, si no el mejor.

Otra cosa es la ambientación, aspecto más bien reprochable. Costaba creerse que nos encontrábamos en los ochenta, por más que María Valverde luciera chupa de cuero y mechas o que vistieran a Álvaro con un polo abotonado hasta arriba (como los modernos de hoy). Tampoco ayudaba que, nada más empezar, nos colaran un tren de ¿2011?, que la universidad pareciera el castillo Hogwarts de Harry Potter, que sonara el hit La revolución sexual de La casa azul en la secuencia de la piscina (metido con calzador) o que se apostara por filigranas visuales como los planos ralentizados en el combate de boxeo final. ¿Estábamos en la España de los ochenta o en Matrix? Por momentos era difícil aclararse.

Y es que esa indefinición es quizás otro de los grandes lastres de Hermanos también en su guión. Vale que nos van a contar una historia dilatada en el tiempo, repleta de elipsis, pero este primer episodio, durante buena parte de su duración, se compuso de secuencias deslavazadas, separadas por fundidos a negro y que hacían que nos preguntáramos más de una vez: "¿pero de qué va esto?". Faltaba cohesión, sensación de historia compacta. 

No se escatimó, eso sí, en sexo ni en constantes cuerpos semidesnudos ni en ropa interior blanca y mojada, marcas de la casa en Telecinco o simplemente en toda serie que se precie hoy en día. Pero lo interesante es que tras la carne, venga la chicha de verdad, la que realmente nos engancha como espectadores a lo que nos están contando. Y confiamos en que Hermanos mejore en esto en los próximos cinco capítulos y no se quede en los tópicos prefabricados para lograr un éxito de audiencias pasajero, sobre todo tras el desenlace de lo visto anoche, que provoca un importante punto de inflexión entre los tres protagonistas.

Si no, habrá sido una importante oportunidad perdida. Porque Hermanos se nos prometía como serie de referencia, de esas que nacen para convertirse en ejemplos de la buena ficción que también se hace aquí. Aún podemos darle el beneficio de la duda. Todavía puede sorprendernos para bien. O tal vez no.

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