OPINION

¿El fin de 'Gran Hermano'?

GRAN HERMANO 15 OK
GRAN HERMANO 15 OK

'Gran Hermano 15' está cosechando mínimos históricos de audiencia.

15 ediciones después de su estreno, y Gran Hermano sigue siendo un acontecimiento. Aunque, ahora, más que un fenómeno televisivo es un evento internauta. Las galas propician un aluvión de comentarios en las redes sociales, llegando a superar la barrera de los 100.000 tuits. Pocos programas logran ese caudal de opiniones y/o chascarrillos. No obstante, al mismo tiempo que se produce este furor tuitero, el formato que reinventó la tele-realidad hace mínimos de audiencia en la pequeña pantalla en esta edición número quince. Este pasado domingo, hizo el peor dato histórico  de share (14,2%) a pesar de su extensa duración hasta noctámbulas franjas de menor competencia. Es un hecho: Gran Hermano ya no engancha como antes.

¿Estamos ante el comienzo del fin de Gran Hermano? Unos dos millones de espectadores se mantienen fieles a los huéspedes de Guadalix de la Sierra. Sin embargo, todo lo que sucede en la casa suena ya a reposición, aunque el formato intente reinventarse, incluso demoliendo pilares esenciales de su éxito, como el aislamiento. Lejos queda aquella primera temporada, cuando Mercedes Milá no podía manifestar ni un ápice de empatía en sus conexiones con los concursantes. Ahora, en cambio, Milá es arte y parte, lo invade todo. La presentadora es el alma del programa, su carismática espontaneidad traspasa la pantalla pero también, en los últimos programas, comienza a parecer, peligrosamente, una parodia de ella misma. Es demasiado víctima del gran personaje que ha creado. Y eso puede saturar.

Y es que ni expulsando al primer concursante en pijama, ni simulando un baile erótico, ni con Bustamante dentro de la casa, el programa logró evitar un nuevo mínimo.  Ya no hay las mismas ganas de Gran Hermano que antes. Es lógico, en televisión 15 temporadas para un formato de prime time son muchas. Telecinco se lo olía, de ahí que esta vez dejara descansar más de lo normal a su concurso estrella. Pero el descanso no ha servido de mucho vistos los resultados iniciales, así que habrá que confiar en la evolución de los conflictos entre los habitantes de la casa para aupar el share. En cualquier caso, de momento, ¿qué sentido ha tenido hacer dos galas semanales de cuatro horas si la audiencia no está respondiendo como se esperaba? ¿No sería más lógico centrar esfuerzos en hacer una sola gala los jueves y evitar un mayor desgaste y que el espectador se canse y se distancie más aún?

Son las estrategias de programación que buscan rellenar huecos en la parrilla. Y el problema es quizás que, a falta del estreno de Anclados (la telecomedia sustituta de Aída), Telecinco no tiene otro producto para emitir en la noche de los domingos y han preferido duplicar las galas antes de emitir 'GH: El debate', que ya se estrena esta semana.

EL FIN DE UNA ERA TELEVISIVA

14 años han pasado desde que Mercedes Milá se colocó por primera vez al frente de un show que, aunque podía parecer visualmente antitelevisivo (cámaras fijas, iluminación plana, habitaciones claustrofóbias...), se trataba de la reinvención que necesitaba la pequeña pantalla: el superformato, incorporaba casi todos los géneros en sólo un programa: culebrón, talk show, concurso, debate, espectáculo, cotilleo, sorpresa, documental y, sobre todo, realidad. Y la realidad siempre es un valor añadido en la tele.

Tenía razón Milá cuando decía aquello de que estábamos ante un ‘experimento sociológico’. No sólo porque se grababa cada movimiento de la convivencia de unas cobayas humanas. También por el modo en que el público vivía el programa desde casa. Nadie sabía aún a qué se estaba enfrentando. Nadie, ni los participantes ni la propia audiencia. Todos fuimos parte de ese experimento.

Pero, en este 2014, los concursantes están más que curados de espanto. Y la audiencia está resabiada. Recientemente, el creador de GH, John de Mol, ha dado un paso más allá y ha creado Utopía, donde los participantes son aislados en un lugar inhóspito durante un año para que creen una civilización desde cero. Porque la verdadera revolución de Gran Hermano ya no está en Gran Hermano, pasa por nuevos formato que ricen el rizo, desde otro envoltorio. Estamos ante el fin de una fórmula finita que, no obstante, ha impregnado de infinitas maneras nuestra forma de entender la televisión de hoy. Porque Gran Hermano cambió la televisión para siempre. Y ahora la pregunta es: si se acaba GH, ¿se atreverá Telecinco con Utopía?

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