OPINION

El fin del 'prime time': la televisión que emite solo para noctámbulos

vive cantando cama
vive cantando cama

Vive Cantando ha sido cancelada. La audiencia ha descendido demasiado para dar luz verde a una tercera temporada. El público se ha desenganchado. Aunque, sin embargo, Antena 3 ha optado por mantener en emisión todos los capítulos grabados en su noche habitual para cuidar a los seguidores de la ficción. No obstante, la decisión también conlleva una contradicción: el espectador fiel ha tenido que pagar el precio de trasnochar.

Porque las cadenas en la búsqueda de inflar los datos de share para camelar a los anunciantes han elegido sacrificar espectadores. Lo hacen al retrasar la emisión de sus productos de prime time a horas que, en realidad, son de late night. Es la televisión para noctámbulos, que es, como analizamos aquí hace unas semanas, uno de los obstáculos colaterales de nuestra ficción. También de programas de entretenimiento, que pierden ritmo y fuerza al ser estirados como un chicle.

Ayer se repitió la historia. Para proteger a Hermanos y Vive Cantando se retrasó su arranque a franjas de menor competencia con el resultado de que ambas producciones terminaron casi a la una de la mañana. Nada que ver con antaño, cuando a las doce menos cuarto ya finiquitaba cualquier serie y se daba paso al late show de turno.

Ahora es el producto principal de la noche el que comienza a las 11 de la noche. Así sucedió anoche con Vive Cantando y Hermanos. Las dos comenzaron a emitir a las 23 horas. Es la televisión en la que lo que menos importa es el espectador.

Estas decisiones de programación ya nada tienen que ver con los hábitos de consumo españoles, como a veces se justifica desde las cadenas. Al contrario, son horarios forzados por las propias televisiones con la intención de maquillar las debilidades de sus productos. Así parecen que tienen más audiencia. Así suben el porcentaje de cuota de pantalla pero, al mismo tiempo, pierden la media objetiva de número de espectadores que es lo debería interesar a los anunciantes.

Lo peor es que el espectador se termina marchando. La crisis ya no sirve de excusa a la hora de tomar estas decisiones como justificación de que así se amortiza mejor la inversión. Es el momento de que las cadenas racionalicen horarios de consumo o la brecha se irá acrecentando. Porque nunca se nos puede olvidar que en los buenos productos competitivos de televisión el enganche se produce también a través de los finales, pero si la gente no ve esos finales... el futuro no existe.

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