OPINION

'Pequeños Gigantes', el éxito sorpresa de un programa olvidable

final pequenos gigantes telecinco
final pequenos gigantes telecinco

Pequeños Gigantes cerró ayer su primera temporada. O casi, porque al final se sacaron de la manga otra final individual para la próxima semana. La gala de anoche, la final de pandillas, fue vista ante 3.235.000 espectadores y 24 por ciento de share. El programa, por tanto, ha sido un inesperado gran éxito para Telecinco, precisamente porque ha sabido adaptarse a la perfección al público fiel del canal donde se emite y además ha estado muy bien colocado en la parrilla, en días de poca competencia.

No es un programa de niños, es un formato de noche protagonizado por pequeños que han triunfado gracias a su simpatía en cámara más que por su talento. Porque Pequeños Gigantes ha sabido mezclar lo mejor de Menuda Noche de Canal Sur con lo más eficaz de Tú sí que vales. Del programa de Juan Y Medio se han quedado con el toque folclórico y campechano (la sombra de la grandiosa niña del Pompom es alargada) que tanto gusta a un amplio sector de público. Del formato cazatalentos, ha heredado su ritmo imparable. El resultado ha sido una coctelera con mucho de función escolar pero televisivamente solvente, aderezada por sobredosis de vídeos que han cebado continuamente lo que iba a pasar o repasado frenéticamente lo que ya había ocurrido. Todo esto ha creado una estructura que ha ido al grano, ha potenciado la atención del espectador y no se ha perdido en florituras.

En esta línea, Jesús Vázquez sigue demostrando que es uno de los presentadores más resolutivos que tenemos, le pongan donde le pongan. Mejor aún cuando se libera de su coraza de lo políticamente correcto. Su química con los niños no ha sido excesiva, pero esto no ha sido un problema, porque ha estado acompañado por un jurado, compuesto por Jorge Cadaval, Mélody y Angy, que ya se ha encargado de gritar y jalear a los concursantes sin mesura (hay que contar las veces que anoche repitieron "qué grandes sois" o "sois unos cracks").

Y al final ganó la pandilla de Los Rebeldes, apadrinada por Adrián Rodríguez. Hubo lágrimas, tensiones y mucha espontaneidad forzada de los niños. Se notaba que estaban, en ocasiones, guionizados o, quizá mejor dicho, "aleccionados". Como impostada estaba la emoción sobreactuada del jurado. O el público en la grada, extras de agencia de actitud más bien inerte. Fue una "gran" final, aunque no pareció una gran final. Eso ya no se estila siempre en la televisión de hoy en la que los detalles empiezan a ser lo de menos y se prima la tele fast food, de usar y tirar.

Pequeños gigantes no es un mal programa, es un formato de éxito internacional que en España ha funcionado confiando casi únicamente en el poder magnético de los niños, que son simpáticos como casi todos los niños. El envoltorio visual y escenográfico del espectáculo, en cambio, ha dejado un sabor agridulce por abusar de mucho tópico e irradiar escasa y pobre personalidad. Ya que ganaron Los Rebeldes, no habría estado mal que el programa hubiera hecho gala de un poco más de rebeldía televisiva.

Y TAMBIÉN…

La televisión Ni-Ni, el triunfo de la audiencia que no exige

El fin del 'prime time': la televisión que emite solo para noctámbulos

 20 años de ‘Friends’: las 9 razones por las que amamos tanto esta serie

13 cosas que todavía se pueden hacer gracias al Teletexto

3o años del estreno de ‘La Bola de Cristal’

El obstáculo de las series españolas

Así sería ‘Verano Azul’ si se hubiera rodado hoy

Youtube: una poderosa vía de promoción e ingresos que la TV en España aún no aprovecha

Mostrar comentarios