OPINION

'Un tiempo nuevo' pincha: claves de los malos resultados de audiencia del programa de Telecinco

un tiempo nuevo 2
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Ni con Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista; ni con Javier Limón, marido de Teresa Romero; ni con el juez Gómez Bermudez. Un tiempo nuevo tampoco ha logrado superar la barrera del diez por ciento de share en su segunda emisión (9,6% frente al 15,9 de La Sexta Noche).

El regreso de Telecinco al debate en el prime time de los sábados ha pinchado. Aún puede crecer en audiencias, pero con estos datos el formato no aguantará en la programación, pues baja la media de audiencia de la cadena líder.

¿Por qué no está funcionando Un tiempo nuevo? El programa ha incorporado elementos interesantes a la fórmula de la efectista tertulia que convierte en espectáculo la política. Cuenta con periodistas de referencia que sirven de apoyo plural a Sandra Barneda, firmas de personalidades relevantes o un 'parlamento' con atriles entre las diferentes fuerzas políticas.

Pero quizá, en esto último, se encuentra una de las debilidades del programa. En el ADN de la expresión 'un tiempo nuevo' probablemente esté una evolución de los clichés de lo que se consideraba 'izquierda o derecha', esta división empieza a desvanecerse en las nuevas generaciones. En este escenario, el debate desde los atriles que escenifican la trinchera política se convierte en una apuesta encorsetada: hace al espacio más previsible, porque cada partido tiene un rol muy definido que no sorprende. Nadie se atreve a saltarse el guion preestablecido de las siglas a las que representan.

En cambio, durante estos años, La Sexta Noche ha sabido convertir a sus contertulios políticos en identificables personajes para el espectador. Tienen una reconocible ideología posicionada pero, al mismo tiempo, se han convertido en los propios protagonistas de un show de la política. La audiencia empatiza con ellos para bien... o para mal. Y ellos sí se saltan el guion, incluso pierden los nervios y se encienden sin pudores.

Esa es una clave que impulsa, ahora, a La Sexta Noche hasta máximos de audiencia. El programa ha logrado combinar, en el equilibrio exacto, el 'sello sexta' de informativos que ejemplifican el periodismo crítico, que no se queda en los titulares de gabinete de comunicación, con la esencia del debate tombolero. Es decir, unos colaboradores que despiertan filias y fobias como los de Sálvame, pero en versión política.

Telecinco es maestra en este género. Aunque, a diferencia de La Sexta, tiene fidelizado a un tipo de público que rehúye más la política pura y dura. De ahí que cueste levantar más determinados productos que se salen de los contenidos habituales del canal (como sucedió con la serie Hermanos). El precipitado final de El Gran Debate, que cosechaba buenos rendimientos de share, ha acrecentado esa brecha en la noche de los sábados. Sólo la paciencia puede recuperar a esos espectadores que se han perdido en el mando a distancia.

Sin embargo, el público al que le interesa este tipo de formatos, también se fija más en la puesta en escena. Y Un tiempo nuevo cuenta con un plató demasiado claustrofóbico (al contrario de El Gran Debate). En esta segunda semana, se han mejorado elementos escénicos. Pero no son suficientes. Mientras que La Sexta Noche se realiza desde uno de los platós más grandes de Atresmedia, el viejo Estudio 10 de Antena 3, donde se juega con el público, la iluminación y las pantallas que no dejan descansar el ojo del espectador con su movilidad.

Un tiempo nuevo, por su parte, se emite utilizando parte del decorado de Hay una cosa que te quiero decir, que es tapado con unos recargados paneles opacos. Empobreciendo visualmente el espacio, que necesita captar a un público que sí exige un envoltorio visual más a tono con el nombre del programa.

La próxima semana será decisiva para el futuro de Un tiempo nuevo. Tiene buenos ingredientes a nivel periodístico, pero necesita más efectismo imprevisible que conecte con el público. Más aún con sus cuatro largas horas de duración.

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