OPINION

El programa de Buenafuente: ¿es televisión u otra cosa?

© Roberto Garver
© Roberto Garver

Andreu Buenafuente cumple mañana 150 programa 'En el aire'. Silencioso y ruidoso al mismo tiempo, su espacio cierra cada noche la parrilla de La Sexta, un canal que ha sabido construir su programación a través de espacios en directo con una firme identidad propia.

Es fácil identificar cuando un formato es de La Sexta o no. El espectador sabe que si pasa algo ahí estará el canal verde para contarlo con su particular forma de entender la televisión. También Buenafuente. Aunque, en su caso, no hace un programa al uso, de esos que cuentan con 325 artimañas para el éxito, Buenafuente hace otra cosa: consuma su propia forma de discernir el entretenimiento de late night: la comedia que escucha e intenta descubrir cosas.

“Me enamoré de la televisión cuando fui a ver en 1991 el programa de Àngel Casas Un día es un día (La 2). Esa noche tenía de invitados a José Luis Rodríguez 'El Puma' y a Ana Obregón. Estuve en las tripas del estudio, detrás del decorado… me entró una gran fascinación por todo aquello, dije: tengo que trabajar en esto. Y, curiosamente, terminé haciendo tele en ese mismo polígono de Sant Just Desvern“ decía Andreu Buenafuente justo hace tres años en la presentación del libro Lo que vendría a ser la televisión en España.

Ana Obregón marca. José Luis Rodríguez 'El Puma' también. Pero, sobre todo, se intuye que le dejó huella la visión de Àngel Casas, uno de los creadores catódicos más talentosos. Aquella inquieta forma de explorar en el espectáculo de la televisión ya no se estila, pero Buenafuente ha conseguido preservarla con un programa en el que comparte protagonismo con Berto Romero, que se ha convertido en su maquiavélico contrapunto perfecto. Tiene reflejos y terrenaliza cualquier intensidad de su jefe.

¿Es televisión el programa de Buenafuente? En tiempos de Fast TV, la televisión de usar y tirar, quizá ni lo parezca. Pero lo es. Claro que lo es. Es más, es ese tipo de televisión en la que aún hay tiempo para permitirse licencias (sin excesivos miedos al share), que presta atención a los invitados (sin estresantes prisas), que explora en el guion (y la improvisación) y que, además, cuida la puesta en escena. En el aire tendrá menos presupuesto que otros shows anteriores de Andreu, pero nunca ha cesado en mimar la escenografía y la realización, que muestra todo lo que el espectador necesita sentir: desde la comunicación no verbal de la simbiosis de Berto y Andreu hasta el expresivo contraplano de reacción del público.

Con En el aire Buenafuente ha perdido su institucional pupitre de presentador norteamericano para dar paso a otra mesa, más camilla, que transforma el plató en una reunión de amigos en donde todos están a la misma altura. Además, el programa ha sido pionero en integrar con naturalidad en escaleta las redes sociales a través de BobPop, que dinamiza el show con sus apariciones en las que la audiencia se siente partícipe.

La televisión que realiza En el aire, no es mejor ni peor que otra, pero sí es televisión a subrayar con fosforito amarillo por creativa y contracorriente. Una televisión que España también necesita y que conecta con un público muy interesante para las marcas publicitarias. ¿Los insomnes trasnochados? El fiel público adulto comprometido con su tiempo.

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