OPINION

El temor de las cadenas: cuando la ficción española corrió riesgos... y la audiencia no respondió

el ministerio del tiempo serie
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A menudo se reprocha a la ficción española que no sea más atrevida, que no corra más riesgos, que no se atreva a explorar realidades que se salgan del patrón acomodado en el que ahora se mueve. Pero es que pocas veces echamos la vista atrás e intentamos averiguar la raíz de esta falta de riesgo.

Vivimos la tiranía de los audímetros. No dan tregua. Ni siquiera en una TVE sin publicidad. Actualmente, contamos con algunas series más o menos innovadoras, pero, en general, todas deben seguir la misma plantilla para intentar engatusar a la cuota de pantalla.

Todas han de narrar una historia que contenga una trama de amor central, personajes reconocibles y/o aspiracionales, muchos rostros conocidos que pueda realizar reportajes en revistas o suplementos (de moda, cuore..) y mucha luz. El exceso de luz es la nueva tendencia imprescindible. Aunque estés en una caverna, la luminosidad debe ser apoteósica, no vaya ser que las tinieblas espanten a algún espectador.

Estos factores, junto a otros, son algunas de las principales ataduras con las que debe contar, sí o sí, cualquier mimbre de la ficción nacional de las cadenas generalistas hoy en día. Sea una serie de policías, de baile, de época o de cancaneo. Y mejor si hay una familia, bien numerosa, para que existan perfiles que abarquen todos los públicos. No hay escapatoria.

El amor (imposible, claro) es el gran motor de una ficción sin duda, como lo es en éxitos actuales como Velvet o El Príncipe. La propia vida está regida por los sentimientos, eso es así, pero... ¿no hay ideas mas allá de esto? Las cadenas tienen miedo a arriesgar de verdad en producciones que experimenten sin obsesionarse con las reacciones de una muestra representativa de espectadores. Y es que la tele comercial es un negocio. Y nadie quiere perder dinero.

Ahora se habla mucho del éxito de crítica de El Ministerio del Tiempo. Es, en parte, innovadora si nos ceñimos a España, pero no es más que una adaptación cañí de los grandes clásicos de viajes en el tiempo de siempre. Su gran as en la manga es que juega con nuestra historia. Un acierto, pero no ha roto audímetros y no se sabe si tendrá segunda temporada. A veces, sí, cambiamos de género con éxito, como ha ocurrido con Bajo sospecha, pero esta serie no deja de ser un thriller también clásico y concebido para el gran público. Muy bien ejecutado e interpretado, sin duda.

Pero ¿por qué nadie se atreve a transgredir de verdad? ¿Por qué no es posible aquí una serie sobre narcotraficantes, sobre hipsters, sobre mafiosos? La realidad es que el miedo de las cadenas al riesgo ha sido creado por los propios consumos del espectador español, que ha ido dando la espalda a ficciones que querían dar un paso más allá y se salían del patrón del éxito testado. Un ejemplo: El Grupo, una serie que Globomedia produjo para Telecinco en el año 2000. Fue una de esas series que supuso un avance en premisas desde el nacimiento de los canales privados y, en cambio, al mismo tiempo, propició un freno a la capacidad de inventiva. ¿Por qué? Porque fracasó.

El Grupo tenía un poderoso reparto que interpretaba a personajes con problemas que acudían a una terapia (de grupo, claro). Los guiones pretendían hacer una emocionante radiografía de unas vidas atascadas en su propia existencia. Y era una serie con una aureola triste, gris, casi deprimente, como muchas de las que hoy se ven en HBO o Showtime. La crítica la aplaudió pero el público le dio la espalda casi desde el principio. Duró once capítulos, los últimos se emitieron deslavazados y en late night.

Hoy ninguna cadena española compraría la idea de El Grupo a Globomedia. Pero... ¿cuánto habría cambiado nuestra ficción posterior si esta serie hubiera sido un éxito?

En los últimos años, los directivos han frenado cada vez más esa capacidad de tirarse a la piscina. Y las series españolas han empezado a ajustarse al patrón de la dramedia con capítulos de larga duración. Otros proyectos que pretendían ser diferentes tampoco funcionaron, como Raquel busca su sitio, Mujeres, Imperium... Tenían mimbres interesantes que no terminaron de cuajar.

La audiencia ha ido creciendo a la par que nuestra ficción. Las producciones han ido ganando en calidad pero hay cada vez más miedo a fracasar, lo que impide que mandamases de las cadenas apuesten por aquello más dispar. Es lógico, seguramente. Más aún, en una televisión que busca las grandes audiencias, como Antena 3 o Telecinco. En Estados Unidos, una televisión generalista tampoco produce premisas demasiado extrañas. Esto se deja para los canales de cable.

Pero lo fascinante es que las tendencias en televisión cambian de la noche a la mañana. Solo hace falta que alguien se atreva a dar un pequeño paso rompedor que consiga el apoyo de los espectadores.. y entonces todos querrán seguir esa estela.

¿Sucederá con Refugiados, la coproducción de BBC y La Sexta, que está al caer y que parte de una premisa y un planteamiento muy novedosos para la ficción española? Quién sabe. Todo es creer en una idea y confiar en la inteligencia de la audiencia.

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